Los Hijos del Abismo
, como si el aire estuviera impregnado de una niebla viscosa que dificultaba incluso la acción más simple. El mundo parecía desmoronarse a su alreded
a constante sensación de estar siendo observado lo acechaba, pero cuando miraba, no veía nada, solo la oscuridad que se deslizaba entre los árboles como si
blaba, pero su mirada era de un miedo palpable. Había algo en esa niebla que no solo era físico; algo profundo,
guntó Alden, su voz q
zo, su voz era baja, como si no quisier
osque. En lo más profundo. Este es el
runció
de qué?
, mirando al frente sin realme
los perdidos. De aquel
extraña. "Los olvidados". Esa frase, esa idea, se quedó grabada en su mente. Mientras caminaban, las imáge
preguntó, su voz se elevó un poco, p
lden. Pero tenemos que llegar al final de
sutil que había en su expresión. Era la primera vez que veía a la muje
mbras grotescas y la niebla presionando contra su piel. A veces, Alden sentía como si las raíces de los árbole
claro. La niebla parecía más débil allí, y por un momento, Alden sintió que
a el horizonte, donde la niebla comenzaba a despeja
n voz baja, casi como s
lo que parecía, como si la naturaleza misma hubiera esculpido un monumento osc
eguntó Alden, señ
er, y cuando lo hizo, s
que permanece más allá de esta vida. Aquí, los perdidos p
lugar donde el tiempo y la vida se difuminaban, donde los muertos caminaban, le parecí
hí? -preguntó Alde
ó directament
ebemos hacer para escapar de lo que nos persigue está ahí
r la vuelta. Era una locura, una locura absoluta entrar en ese lugar.
ijo, con la voz lle
a ligera sonrisa que
raje del que p
lugar en sí estuviera rechazando la oscuridad que las criaturas traían consigo. Al llegar a la e
aunque sabía que no era
n atención, su rostro pálido
ntre aquí, perderá lo que más ama, p
resonó en lo más profundo de su ser, como si hubieran estado e
que más am
te, sus ojos tan oscur
suficientemente fuer
dentró en la cueva, sin saber que lo que encontraría dentro cambiaría para siempre todo lo