La dulce sirvienta y el millonario
a no era grande, su mercado siempre era vibrante, con una mezcla de colores y olores que la hacían sentir conectada a la tradición de su gente. En cada rincón, había algo
én la oportunidad de caminar sin preocuparse de ser vista como una sirvienta. Aquí, en el mercado, ella era simplemente
os famosos quesos curados que tanto le gustaban. Después de comprar algunos, Loana siguió su camino, sintié
Mihai. Él estaba montado en un elegante carruaje tirado por caballos, que se detuvo en medio del mercado, llamando la atención de los
odeado de su lujo, estaba en el mismo lugar que ella, un espacio que no parecía encajar con su vida de privilegios.
ía natural. La gente del mercado, que ya lo observaba con asombro, comenzó a susurrar, pero él parecía no no
a de cierto aire de superioridad-. Qué so
o actuar cuando el hijo del dueño de la mansión, alguien tan distinto a ella, e
para todos -respondió con tono casual, aunque s
sus ojos azules brillando con una
no esperaría encontrar a alguien como tú -dijo, con un
e existía entre ellos, una distancia que iba más allá de lo físico. Era la barrera de clase socia
espondió ella, manteniendo la calma, aunq
oana, que había sido educada en la discreción, preferiría seguir su camino y evitar más
n una sonrisa ladeada. Su tono, aunque amistoso, ten
era una idea inesperada, sino también una complicación. Sabía que las apariencias importaban, especialmen
masiadas explicaciones. Tenía prisa por regresar a su madre, y además
rse por la negativa. En cambio, su
si estuviéramos en la mansión -dijo con un tono que intentaba
ada de significados ocultos. ¿Qué pensaría la gente si la veía con él? ¿Qué pensaría su madre si se enteraba de que había ace
pó de sus labios, y antes d
n, un pas
Con un gesto, la condujo hacia el camino que salía del mercado, lejos de la m
a seguirlo, a dejarse llevar por la curiosidad. Sin embargo, no podía evitar pr