Susurros de Libertad
Valentina Lombardi apretó los labios con fastidio mientras su chofer maniobraba con cautela entre el tráfico congestiona
sin apartar la vista de
rita Lombardi. Pero
, tratando de calmar la punzada de estrés que se aferraba a su sien. Sin
con la espalda apoyada contra la pared de un edificio antiguo. No llevaba paraguas ni impermeab
esesperación ni derrota, como habría esperado. En su lugar, parecía... tranquilo.
siado, tocó el ho
ente
re la miró sorprendi
o ha
luvia helada en su piel. Caminó hasta donde estaba el hombre, qui
a estar aquí afuera -dijo
pada, como si estuviera disfrutando de un
eces la lluvia es un buen rec
ó. No era la resp
sitas
o? -preguntó él, inclinan
as desgastadas, el cabello mojado pegado
la noche -dijo finalmente, casi s
por un momento ante
ue suelen recoger
itivam
ma, sacudiéndose un poc
e hace cambiar de
a de algo que no terminaba de comprender. Tal vez fue la abs
cambie de opinión -dijo, gi
nrió de nuev
bardi acababa de abrir la puerta a al
ó cómo el agua se deslizaba desde su cabello hasta su cuello mientras tomaba asiento. Su invitado, en ca
espejo retrovisor con evidente des
, señorit
n la zona más exclusiva de la ciudad no era un refugio improvisado, y la sola idea
rum -decidió
su lado silb
nco estrellas. No
descuidada, su rostro tenía rasgos definidos, una mandíbula fuerte y unos ojos verdes vibrantes que parecían brilla
-preguntó ella, ro
a, como si estuviera decidiendo s
pondió fi
olo
r a
os enigmas. Estaba acostumbrada a respuestas
hablas en
hacen pregunta
amente por unos segun
bitación, una ducha caliente y algo de com
on un tono que no dejaba claro s
aridad, solo... -Se detuvo. Ni siquiera el
e un impulso
ño. No le gustaba que l
seguía golpeando las calles con fuerza. Valentina salió del auto primero y Leo la si
a a sándalo flotaba en el aire. El recepcionista, un hombre de traj
bienvenida. ¿Necesit
ón para él -respondió con
onrisa profesional, pero su m
or cuánto tiempo
de que pudiera respo
che est
n curiosidad, p
i cuenta -dij
ve inclinación de cabeza y e
cia Valentina con una
a pagar habitaciones d
o a hablar con ex
ebo sentirm
uzó los brazos, esperando
ción en la mano. La deslizó entre sus dedos ante
r la hospit
lofrío cuando él la llamó así
ta no causa
e dirigirse hacia el ascensor. Valentina lo obser
do. No entendía por qué él no pare
ndía por qué sentía que este encuentro
o de algo muc