El Amor De Una Reina
tiá
o, antes de salir me sonríe guiñándome el ojo, mientras yo subo el cierre de mi pantalón despu
mi moviendo sus caderas de manera seductora–. ¿Quier
ese es mi lema –pellizco su mejilla y le guiño
en absoluto atarme a una sola mujer, porque siendo sincero no creo poder conformarme solo con una y una difícilmente podría compl
Cory se me acerca con un trago en la mano sonriendo–. veo que sigues en tus and
emás es mi cumpleaños y créeme no será la única ¡Vamos a
bre –se señala el pecho–. nos casamos mañana y pasado mañana es la presentación a la
iba a cometer el mayor error de su vida al casarse c
sarlo se me revuelve la bilis, mi familia es dueña de la empresa q
quedar entre las elegidas, incluso lograr avanzar dentro del concurso, claro no siempre eso depende de mí, pero, solo con e
físico es lo que importa y lo que esas mujere
is pensamientos–. Debemos irnos –le hago caso, dej
las llaves d
co, podrás tener agilidad para
auto? ¡Olvídalo estoy
llaves o nos vamos en taxi
e, cuando nos subimos el motor rugió con fuerza, Cory acariciaba el volante con tanta devoción y placer que podía vers
Qué esper
otente, tan orgulloso mostrar más madurez, hacer lo correcto y no dejar que Cory c
a la adrenalina no lo voy a negar, pero un mal
s últimas palabras que escuché, l
entras Cory conducía por la carretera a más de 140 km por hora, de r
mis oídos y el mundo se volvió un torbellino de cristales y metal la última imagen que.
a, como si estuviera en llamas, una mano me sujetaba con firmeza, pero el dolor era abrumador, intenté abrir los ojos, pero solo uno
o nadie respondía solo escuchaba las voces de qui
te llevaremos al hospital! –fue lo
ños De
uedé estancado, oculto entre las sombras de aquello que solo fue mi culpa, no solo arruiné mi vida, la de los que me rodeaban, la felicidad de mi hermana fue empañada por mi
siempre estaba denso en mi pequeña habitación, observé la noche, de
edado producto de la inmadurez, de todos mis excesos y luego estaba... un lugar vacío, como coubiera desaparecido con él, yo vivía en un mundo donde el físico era lo único q
por uno de mis arranques de impotencia, era el de
e, así que las marcas de mi rostro perfecto habían sido la sensación en ese entonces obligándome a encl
derrochaba dinero para estar cómodo, ahora ya no era el
edo seg
tante, el pequeño el accesorio del que dependería el resto de mi vida un parche color negro, lo odiaba, pero con el puesto
itaba a toda costa que alguien me viera, nunca pensé que podría llegarme a sentirme tan inseguro, corrí por el lago Michigan con la osc
penas iluminado solo por un poste y vi l
que creció en mi interior, con dos zancadas ya estaba sobre el tipo golpeándolo con fuerza quitándole el cuchillo, en me
s bien? –preguntó con un atisbo de preocupación, su voz era como una melodía suave que me hizo estremecer, calmando sorpre
por estos senderos tan ta
de iba ¿Por qué no me das la cara? –mi estómago se contrajo ante su petición,
ado frente a sus ojos, fue inevitable ver la reacción en su mirada, con la poca luz noté que sus o
ar lastima, sino temor así lograba medianamente protegerme, cubrí mi cabeza de nuevo con la capucha y volví a e