SOMBRAS DE UN MATRIMONIO OBLIGADO
gar tranquilo, lleno de flores cuidadosamente cuidadas que contrastaban con la tormenta emocional que habitaba en la casa. Isabela, se
ado con la presencia de la otra mujer, quien no perdía oportunidad de recordarle que no era más que una intrusa en su propio m
y documentos, pero su mente no podía apartarse de lo que Camila le había dicho esa mañana. Según ella, Isabela estaba conspirando para ganar su simpatía y así co
de enfrentarla. Si ella realmente tenía motivos ocultos, él necesitaba saberlo. Después de buscarla en
, en la forma en que el viento jugaba con su cabello, que lo hizo dudar de las acusaciones de
Sin embargo, antes de que pudiera llamarla, Isabela se levantó de repente, s
amó Isabela,
quilibrio. La cercanía entre ellos fue inmediata, sus cuerpos apenas separados por unos centímet
ó todo el dolor que él le había causado. Sus ojos se encontraron, y en ese momento, no hubo espacio para las d
adió. Durante semanas había evitado cualquier contacto emocional con Isabela, convencido de que ella
sperado, intenso, cargado de emociones que ambos habían reprimido. Isabela quedó paralizada por un i
on urgencia, como si estuviera tratando de transmitir algo que las palabras no podían expresar. Era un beso
la miró a Leonardo con los ojos llenos de preguntas, pero él no dijo na
-murmuró,
contradictorios, y no sabía qué sentir. Quería odiarlo por todo lo que l
-preguntó finalmente, s
ntendía por qué había actuado de esa manera. Todo lo
dmitió, evita
ta al otro lado del jardín. Camila apareció, luciendo impecable como siempre
-preguntó, su voz
Isabela, como si intentara disi
olo hablábamos -res
ramente desconfiada. Sin embargo, no dijo nada más, li
Leo. Tenemos que habl
a la casa. Sin embargo, antes de entrar, lanzó una última mirada a Isabela. Ella se
ar de nueva
beso. Había algo en Isabela que lo intrigaba, algo que nunca había notado antes. Por p
había pasado. Su corazón seguía latiendo con fuerza, y aunque sabía que no de