SOMBRAS DE UN MATRIMONIO OBLIGADO
la, envuelta en un lujoso albornoz de seda, se miraba al espejo con una sonrisa de satisfacción. La escen
o en las manos. Su rostro reflejaba una mezcla de cansancio
a la bandeja sobre la mesa. La disculpa que le
su expresión radiante, com
o, Leo. No sé qu
nrisa y se sentó en el borde de
mañana. No entiendo cómo Isabela
ligeramente para exponer sus hombros. Se sentó
or. Ella está dolida. Es nor
estello de enojo en su voz-. Yo intenté ser pacie
rada, fingiendo un
, Leo. Si crees que es mejor que yo me alej
idamente, atrapado en la trampa
iero que te alejes. Tú eres lo único qu
mente, como si estuviera
sposa, y aunque este matrimonio sea un contrato, ella tiene un l
con la cabeza,
Lo que pasa con Isabela no
ensayada deslizándose por su mejilla-. Nunca quise que esto se convirt
culpa que había sentido al dejar a Isabela en el restaurante
ulpable. Si alguien tiene la culpa
a abrazarlo, apoyando su cabeza en su hombro.
o. No sé qué
uiente
as fotos de la escena en el restaurante ya habían comenzado a circular, acompañadas de titulares sensac
riticaban, pero a ella no le importaban las opiniones. Lo único que le interesaba era que su plan
ción de mensajes y escribió a uno de los c
estamos juntos desde antes del matrimonio. Si
ta información para que Isabela quedara completamente humillada. Mientr
illa de
a documentos en la sala, Camila se le
untó él, dejando los
ose el labio inferior como si estuvi
te esto, pero... he esta
eño, extrañado por el
pasa co
pero... hay algo que me preocupa. Desde que t
sistió Leonardo,
irada, como si es
si Isabela realmente se casó contigo por amor. Qu
? -preguntó Leonardo, s
colocando una man
tiene motivos ocultos. Su familia tenía problemas ec
quería admitirlo, una parte de él comenzó a considerar la posibilidad. Isab
ápidamente, notando su expresión pensativa-. Solo q
sus pensamientos comenzando
r decírmelo.
lantado una semilla de duda en la mente de Leonar
oche
ador. Sabía que Leonardo comenzaba a creer en cada palabra que decía, y eso era exactamente lo que neces
urró para sí misma, sus ojos
e había deseado: el apellido, la fortuna y,