Me Quemo por Ti
ede encontrar en los hogares, donde la rutina y la falta de palabras han reemplazado las conversaciones cotidianas. Ana había pasado toda la tarde en su estudio, con la mente dividida ent
ción de que las piezas de su vida se estaban desmoron
í. Estaba doblada con cuidado, como si alguien hubiera tomado su tiempo para asegurarse de que permaneciera oculta, de que no fuera vista. Ana frunció el ceño, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda al m
s recorrieron las palabras con rapidez, como si su cuerpo intentara adelantarse a su mente, temer
urrió aquella noche, n
llino de pensamientos. La "noche", ¿a qué noche se refería la carta? ¿Era la misma noche que había marcado un
sona? ¿Qué se escondía en la sombra de su matrimonio, algo tan oscuro que podría destruirlo t
ba? ¿Qué había sucedi
e había estado en el aire cuando ambos se encontraban, esa especie de corriente eléctrica no visible que parecía unirlos de alguna forma. ¿Hab
caligrafía era desconocida para ella, no era la letra de Sebastián, ni la de Gabriel, ni de nadie que pudiera imaginar. Pero había algo en su contenido que la perturbaba d
sentirse atrapada entre el amor que todavía sentía por Seb
una pista, un indicio de que algo estaba profundamente mal. No podía seguir adelante sin respuestas. Pero, ¿a quién confrontar? ¿A Sebastián, su esposo
ecabezas. Si la carta hablaba de una "noche", debía ser una noche crucial, algo que había quedado enterrado en el tiempo, pero
Ana levantó la carta con manos firmes, escondiéndola rápidamente entre las hojas de un cuaderno que tenía sobre el escritorio. La mente de Ana es
iatamente se posó en ella. Parecía exhausto, pero
guntó, sin sospechar lo que
las posibles respuestas, por las mil preguntas que aún no se atrevería a hacer.
risa tensa, casi imperceptible, que ocul
pero se detuvo. La incertidumbre flotaba entre ellos, una pr
erla. Algo en su corazón le decía que lo que fuera que ocurrió esa noche cambia
que no importaba cuánto se esforzara en ocultarlo, el misteri