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Yo No Soy Tu Felpudo

Capítulo 4 La Alianza Forzada

Palabras:1099    |    Actualizado en: 20/02/2025

, cargado de tensión y de un inconfundible aroma a manada rival. Su garganta se tensó, el pulso se aceleró, y la furia comenzó a hervir en su interior. La manada de los

n sólido en su grandeza, ahora parecía una prisión débil, como si la

, ellos ya sabían. Y, a pesar de la incredulidad de su liderazgo, cada uno de ellos estaba d

bras. La luz de la luna iluminaba solo parcialmente su rostro, pero sus ojos, esa mirada fría y calculadora, nunca la dejaban. P

la desesperación de saber que no podía enfrentarse sola a esta am

rancaba las hojas secas que caían a su alrededor-

res y mujeres que caían bajo los ataques de los Vashar, y lu

bras fueron frías, implacables-. O

io de la oscuridad, le decía que él tenía razón. No podía seguir luchando contra todo sola. Ni la manada n

lí, pero ya no podía desperdiciar má

labios, asintió con gravedad. Era un líder nat

eparaban para lo peor. Los Vashar no eran solo una manada cualquiera. Eran brutales, entrenados para destruir cualquier signo de debilidad, y su ataque n

a a los rivales con facilidad, cada movimiento calculado, cada golpe certero. Isla, aunque menos experimentada en combates directos,

n, mientras clavaba sus garras en el cuello de uno de los Vashar. La

. personal. Quizás, si los demás no estuvieran tan concentrados en la batalla, habrían notado el destello de algo más

olpeada por un feroz ataque en su costado. Un gruñido de dolor escapó de sus labios, y un peso se desplomó sobre el

enas controlada. Sin decir una palabra, la arrastró a un rincón oscuro

ignorando el dolor punzante en su costad

zó, pero las palabras que salieron de su boca fuer

a escuchar? -su tono era bajo, desafiante, pe

sabía si odiarlo más por su arrogancia, o si emp

a que comenzaban a formarse en su mente-. ¿Escuchar qué, Levi? Qu

nmutó. Su mirada

es el momento de ga

, contra lo que sentía, contra lo que sabía que debía hacer. El poder que Levi le ofrecía era real, y la

ente, dijo-. Pero cuando termin

laba la certeza de que, aunque Isla lo rechazara, a

arse. Aun así, entre la sangre, la lucha y la incertidumbre, Isla y Levi sabían que no había vuelta atrás. La al

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