Herencia de Luna y Sangre
rada había cambiado. Los ojos violetas que antes brillaban con inocencia ahora reflejaban determinación y un anhelo inquietant
a blanca, y perfeccionando sus conocimientos sobre hierbas curativas. Cada planta, cada palabra mágica, la acercaba a un obje
Siempre
andor plateado. La luz lunar acariciaba su piel y ella sentía el tirón en su in
que toca. Algún día entend
de Iris, los aullidos de los lobos, el brazalete
ento y
urativas, pero evitaban cruzar su mirada intensa. Algunos decían que hablaba con el bosque, que la luna le
ados por la pálida luz. Escuchaba los ecos de aullidos lejanos y sentía el brazalete de plata arder sua
usurraba al vacío-. ¿Qué se oc
ciones m
ero fue Elian, el hijo del herrero. Después, Mara, que solía cantar al atardecer junto al río. Nadie veía ni e
a central. El ambiente estaba cargado de temor. Brel, el
resonando-. Son los hombres lobos quienes se llevan
. Algo en esas palabras no encajaba. Había leído sobre la manada del norte. Feroces, sí, p
o están contando?
ras su corazón latía con fuerza. No podía quedarse de brazos cruzados. La desaparición de los jóv
taba co
urró Laura, ajustando el brazalete en su muñec
que. La noche estaba llena de secretos.