Esposa olvidada
ego tarde al tr
ina y les dije que sufr
a sufro de
duro que debe ser para ti perder a Román de forma tan trágica. Recuerdo cómo me sentí cuando murió tu madre. Todo esto es culpa mía. Me siento muy culpable. Te he decepci
omplacido cuando pensó que ella se casaría con Román, y ella no había tenido el valor de decirle que tenía sus propias dudas, y ahora no necesitaba hacerlo. Pero podía ver la tensión grabada en
lizó, secándole la mejilla con un gran
; en el fondo sabía que lo lograría. Pero su padre era un caballero chapado
luego baja. Raúl Orbert está aquí y le gustaría hablar contigo... sobre los preparati
se de la cama. Se lavó y se vistió rápidamente con un par de pantalones de pana grises y un jersey negro de canalé ajustado. De alguna manera parecía apropiado; Román había sido su prometido no oficial. Aunque hubi
del vestíbulo estaba la cocina. Era una típica casa de campo de piedra de doble frente del siglo pasado, con techos bajos con vigas de roble y paredes de t
la mirada, deteniéndose demasiado tiempo para ser inocentes en el org
olencias. Nunca había aprobado su relación con Román, y los Raúl de este mundo no desperdiciaban su valioso tiempo con jovencitas qu
eros negros ajustados. El color, aunque adecuado para un hombre que estaba de luto por su medio hermano, sólo servía para reforzar su in
a su reacción peculiar ante ese hombre. Luego, al ver la mueca cín
á muerto y yo... bueno... -Estaba balbuceando, pero no pa
ara intentó dar un paso atrás, su altura la inti
sillón más cercano y se sentó en el asiento. La miró y señaló con una mano grande el sofá de e
oletas se encontraron con su mirada a
r con usted en nombre del Mayor y en el mío pro
el sofá. "No puedo imaginar que tengamos nada qu
e hablado con mi padre y hemos llegado a un acuerdo. En estas circunsta
recostado en el sillón de su padre, con sus largas piernas estiradas frente a él con total despreocupación. ¿Cómo lo hacía? Parecía tan tr
endo. ¿Estaba bromeando o qué? Seguramente no podía ser tan cruel. Pero sus ojos
tico, sí», dijo
corrió su largo cuerpo. Era completamente masculino y de alguna manera a
or q
y haber corregido inmediatamente su error. -No. Definitivamente n
as él continuaba-. Pero tenemos que pensar en los vivos, no en los muertos. Vas a tener un hijo. Un Orbert. Seguramente debes darte cuenta de que cuan
o algo al respe