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Esposa olvidada

Capítulo 4 Parientes

Palabras:1121    |    Actualizado en: 04/03/2025

rio y rezó para que Raúl se m

uertes brazos bronceados, salpicados de suave vello negro, y unos vaqueros azules muy gastados que le llega

reprimió el pensamiento desleal de q

misa dentro de sus vaqueros y abrochando el cierre-

voz-. Veo que ya conociste a mi medio hermano Raúl, Clara, p

para unirse a él en la puerta. Román le pasó un brazo por la cintura y

. Clara acaba de contarme sobre tu compromiso. ¿C

eso? -le preguntó R

, y estoy seguro de que querías que lo supiera. -Mirando fijamente a Román con una mirada glacial, añadió-: No hay necesidad de avergon

metidos. En realidad, ella no había creído que la oferta de matrimonio de Román fuera genuina; simplemente se había deja

hasta el estudio, donde pareció disfrutar diabólicamente al incitar a Román

llevarla a casa en coche porque Román había superado el límite, ella no puso objeción. La última vez que vio a Román fue con su cabeza r

e hombre que estaba a su lado. Todo era culpa suya; si no la hubiera sorprendido en su cama y la hubiera incitado a decir que estaba comprometida con Román, podría haber atribuido los aconte

ad mientras detenía el coche frente

inturón de seguridad y alcanzó la ma

acia delante, Rául tomó su mano con la suya, mucho

ada, dolorida y harta, y cuando la mano de él se movió hacia su brazo de

o, pronto seremos parientes. ¿

redó en sus sedosos rizos negros, sosteniendo su rostro hacia el suyo. Ella estaba atrapada, sus altos y redondos pechos aplastados contra la

cuerpo. Clara estaba demasiado asombrada por su audacia como para hacer otra cosa que someterse a la experta demanda de su boca. Su cuerpo se volvió suave y d

acercó al asiento del pasajero y la ayudó a salir-. No tengas demasiada prisa

mo.

mar. Te lo digo yo: no tienes ninguna posibilidad de tener

deseando haberle dado u

ana de su dormitorio; ya no había muchos peces en el mar, no para ella. Estaba embarazada y destinada a ser madre soltera, y por primera vez desde que descubr

ra apenas era más que un graznido. Tenía la garganta sec

preguntó en voz baja, con sus ojos cansados ​​f

ubiera caído una persiana, la sonrisa se le borró del rostro, mientras el recuerdo del día anterior volvía

as diez

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