El juego De Dios [BL]
o que sacude un hormiguero por aburrimiento. Para él, la humanidad había dejado de ser interesante. Eran inhumanos entre
a primera puerta. Pero no era un caos sin control. Él no era un dios descuidado. Diseñó un sistema, una red invisible de reglas para contener las hordas d
bía sido abierta, y la caza había comenzado. Observaba con la misma indifere
n contra criaturas que jamás debieron existir en su mundo. Para él, era solo un ciclo más. Había
tonces,
Solo un humano más... y sin embargo, algo en él estaba fuera de lug
frunció
s mi a
nsamiento, decidió
se abrió. Primero fue un rugido sordo, como el g
do. No hubo advertencia, no hubo salvación. La ciudad, su hoga
él no
Tomó aire, ajustó el agarre en su arma improvisada proporcionada por una pantalla que decía s
go ava
. Pero él seguía de pie. No por astucia, ni por un entendimiento profundo de su situ
acía fas
mo un héroe. Solo corría, golpeaba, resistía. No peleaba por glor
on una mezcla de div
ánto puede
dejó caer una s
o a
quemaba los pulmones, pero tenía que
intió su cuerpo gritarle que se rindiera. Pero no
a ellos. Sac
arriba y lo vio. Era enorme. Sus garras brillaban a la luz de
e inmediato. Como si esperara.
y aferró su arma con manos temblorosas. No tenía un plan. No t
aró par
apartar l
lero, alguien que no debería haber durado tanto en su mundo perfe
mple interés. Era deseo, era
humano podía provocarle esto? Un sonrojo leve adornó su rostro,
surró sin d
humano cayera. No cuando ap
re él. Su bendición lo envolvería como un escudo invisi
había c
o se lanzó
re los escombros y sintió las garras rozar su piel. Su corazón latía co
s, algo extr
venía del miedo, sino de... algo más. Sus músculos dolían me
ielo. Una silueta lejana, ojos que lo o
estionarlo. Agarró su arma con más fuerza y enfrent
ya no era el
, que había traído tanta destrucción, quedó bajo su control, pero no la deshizo. La
r qué lo hacía, le resultaba cada vez más fascinante. Había algo primitivo en
ientras su sonrisa se curvaba sutil
n denso, aunque las ruinas de la ciudad seguían ardiendo. Miró alrededor, sintiendo una extraña calma. Las
s porqués, no en el origen de esta pesadilla, sino en un solo p
. Sobr
ás, dio un paso hacia lo que p