Imperio de Venganza
a la cúspide del éxito. Desde su oficina en el último piso, Alejandro Ferrer observaba la vista con la serenidad de quien ha conquistado su destino. A sus cuarenta
igualaban a las de Alejandro. Juntos, habían convertido a Ferrer Corp en un gigante imparable, y ahora estaban a punto de cerrar un acuerdo q
ostumbre, irrumpió con la confianza de quien sabía que pertenecía a ese lugar. Su figura impecable, su cabello o
s -anunció con tono firme, dejando sobre el es
su taza de café sob
puntual. ¿Qué
ero sus ojos tenían un brillo difícil de descif
erio, y su matrimonio, aunque sólido, se basaba más en estrategias y poder que en amor verdader
usión? -preguntó él, a
alles, pero todo avanza según lo planeado. Pa
cel
titud. No supo si era la tensión del acuerdo o algo más profundo, pero desechó el pensamiento de
errumpió. La asistente de Ale
cionistas lo esperan
él, tomando
estatus. No había empleado en la empresa que no los admirara o, en su defecto, l
ellos. Alejandro tomó asiento en la cabecera de la mesa, e Isabela se ubicó a s
nte su influencia en el sector tecnológico. Cada cifra, cada cláusula y cada riesgo estaban perfe
ociaciones, estamos listos para dar el siguiente paso en la historia de Ferrer Corp. Maña
sfacción. Todo parecía estar en ord
cumentos en su despacho privado en casa, una inquiet
sulas que no recordaba haber autorizado. Revisó los documentos con detenimiento,
sto antes? -murmu
da fría. Isabela había revisado personalmente eso
nando cosas. Quizás era solo la presión del acuerdo. Pero algo
as él dudaba frente a sus documentos, Isa
a inquietud persistía, envenenando sus pensamientos. Nunca había dudado de Isabela. Su matrimonio y sociedad se habían construid
ero había modificaciones sutiles en la estructura de control. Si se aprobaban tal como estaban, Ferrer Corp cedería más poder d
error -murmuró, f
. Ella había estado al frente de la negociación. ¿Acaso había c
su número. Isabela respon
con su voz tranquila, como si
hablemos. ¿Puedes
encio antes de qu
ana tenemos un día import
tirlo ahora. Es
io, esta ve
ame cinc
ue esta conversación cambiaría algo en su relación con Isabela. Hasta ahora, habían sido un eq
le, incluso a esa hora. Su bata de seda caía con elegancia sobre su
preguntó, cruza
izó el documen
en la fusión.
iró el papel ant
gicos. Lo discutimos
, su voz firme-. ¿Por qué modificaste
ró y se sentó
. No podemos retener tanto poder si queremos que
la. No puedes tomar decisiones
ado, casi condescendiente-. Hemos trabajado juntos durante
n la forma en que lo retaba con la mirada, que lo h
go que no me has dicho -resp
cia él, apoyando los
iempre he tomado las mejore
que no conseguiría más de ella esa n