Me enamore de ti en un momento
de los coches, las tiendas de lujo y la multitud elegante que pasaba a su alrededor formaban una imagen que Liliana, acostumbrada a vivir en California en un entorno de op
no lograba comprender. Su padre había sido tajante: "Es la reputación de la familia. No puedes faltar." Pero nunca explicó qué significaba esa subasta ni por qué Lil
tar primero? -preguntó Valeria,
s que Liliana sentía tan intensamente. Tal vez porque sus padres, al igual que los de Liliana, también eran personas influyentes, pero Val
jar la tensión en su voz-. Solo... no sé si me apetece c
que algo no estaba bien. Pero, en lugar de insistir,
mar un café y relajarnos un poc
mpletamente lo que pasaba en su vida, era evidente que su amiga quería ayudarla. Quizá eso era lo que má
os-. Es solo que... mis padres me obligaron a ir a esa subasta. No me dieron razón alguna, s
iéndose unos segundos mientras pensaba
a tan independiente, se sintiera forzada a hacer algo por otros-. ¿No puedes hablar co
ando hacia un pequeño café. La ciudad se deslizaba a su a
ntiendo la magnitud de las cosas. Y que debo "hacer lo que se espera de mí". -Liliana se detuvo un momento, sint
o difícil que podía ser vivir bajo la sombra de las expectativas familiares, pero también sabía q
ién he pasado por algo similar, aunque no de la misma manera. Pero lo importante es
da. ¿Por qué su familia la estaba empujando hacia esa subasta sin explicación? ¿Qué había detrás de todo es
llicio de la ciudad parecía estar tan distante de ella como si todo estuviera sucediendo en otro lugar. A pesar de estar rodeada de lujo y eleganc
ían en las próximas semanas, sobre las fiestas de gala y las aperturas de tiendas que Valeria tenía en su agenda. Pero Liliana no podía concentr
ás, pero Liliana notaba que su mente seguía completamente atrapada en la imagen de la su
ción para ellas. Pero esta vez, Liliana no tenía ganas de mirar ropa. No importaba cuán lujosa fuera, no importaba cuán perfecta fuera cada pre
empre le habían gustado. Pero Liliana apenas levantó la mirada. Se sentó en un banco
de estar atrapada seguía creciendo, y aunque Valeria hablaba y reía, Liliana no podía dejar de pensar en lo que