Atrapada por el mafioso millonario
li
entir una fuerte punzada en la sien. Al abrir los ojos, me
des eran de color negro. Vi en todas dire
os era e
a abusado de mí? Mis ojos viajaron a mi cuerpo, pero por suerte,
té, con una piz
a de la cama, por lo que no podía moverme mucho. Yo estaba
cuestrarme
por el miedo que sentí al ver de nuevo al hombre que me privó
te encuentras? -Se puso en cu
ué s
e estoy?
ía mucha más fuerza que yo, además, había un arma
o era p
esopló, levantándose-. Mi jefe es el que quiere v
¿Cómo qu
hillé, frustrada-. ¡Déjame salir!
ones de romperse. Me terminé lastimando las muñecas y la s
mucho interés,
que luego él me echará la cul
dería conmigo. ¿Iban a venderme? ¿Sabían quién era yo
es? -pregun
mo de su cigarro salió de su boca, ha
se canceló porque la novia nunc
nado a todos, y tanto que mis padres se esfo
an en las
ingún lado. Ahí tenía mi celular y podría lla
é bu
tillas importantes... Estoy un poco enfe
y se apoyó de la pared con una
za-. Sigo sin entender por qué el jefe está obsesionado contigo, no eres tan atractiva com
ipo me estaba pisoteando con sus
a maravilla del mundo, imbéc
Mi corazón ya andaba acelerado dentro de mi pecho, y
ara obsesionarse conmigo? ¿A
si lograba salir de ahí... Pero
-Sus dedos simularon las comillas en
é te refieres? -Me t
uentren por mucho que investiguen -Sacudió su mano-. Tra
s estaban b
a ciudad? ¿Cóm
abajo... Colapsé, dejándome caer rendida ante la decep
uera un objeto... -mur
eto -Chasqueó sus dedos-. Eres como una re
¿Par
a que hacer, me quedaba rendirme y sucumbir o tratar d
ame
¿
te v
cada palabra que yo dijer
e te vayas acostumbrando porque
lengua de manera infantil. Se dio la vue
de salir de ahí con vida. ¿Qué mal era el
Papá...
n. Tenía mucho miedo, mi estómago también rugió indicando que
abios resecos, ¿de verdad me iba a morir como una prisionera? ¿O termina
de valentía para tratar de romper las esposas y lar
era de la cama, y me
pias piernas para encontrar el consuelo en mí misma.
rtancia porque nadie en ese lugar me interesaba, ni siquiera tenía la
oco salía
a y varonil se escu
uscando que yo elevara la cabeza, cosa que no qu
que quería hacerme suya a
inarlo, y mis ce
pero lo sorprendente era que no me estaba
el mentón de golpe y m
irada intimidante y unos ojos tan marrones que sentía que me consumí
qué hablar -dijo, sonaba u
ién rayos era él y por