Un omega que Huele a Flores
ra de hombros y sonriera, confundido. Joel y Darrel eran Betas un par de años mayores que é
upuso que era por su facilidad de encantar a l
otalmente encantados con
por parecer un simple omega, también, el adorno sobre su cabello ayudaba a conseguir miradas de más. Nunca se inte
s eran completamente malvadas. Sin embargo, él huía de ellas la mayor parte del tiempo, aunque en contadas
a las pocas personas que le echaban un vistazo, para seguidamente agitar su mano en forma de saludo. Cuando el profesor comenzó, minuto
prestar atención a una tediosa charla sobre la conducta humana, que, aunque al principio
dio cuenta de que aquel color le lucía maravillosamente bien, se sintió por completo colmado. Sus ojos de inmediato comenzaron a rev
sus recuerdos. Y es que desde aquel Desfile, el primero de enero era su día favorito e
dablemente, se habí
que estaba completamente seguro era de que, a pesar de el tiempo transcurrido, él no podría sacarlo de su cabeza. En ocasiones se regañaba por estar prácticamente enamorad
ustrante; aún así, tenía la ligera esperanza de encontrarlo en su camino una vez más. Y sabía que posiblemente
irse observar aquella marav
iró con fuerza, olores ligeros abarcando sus fosas nasales y sonriendo esplendorosamente
ba muy seguro de si era porque el destino se había puesto a su favor o porque
arrasaba todos los días, a la misma hora y en el mismo lugar. Él, completamente desentendido, intentab
nto como para observar la cafetería a través del cristal. De inmediato indagó con su mirada, podía sentir su corazón rebotando fugazmente d
o... ¿si le