Por favor, sigue finguiendo.
s asiáticos hasta entonces y aunque la lógica mandaba que debía sentirse satisfecho, el malestar persistente instalado en su interior no se lo permitía. El nombre de Cassandra estaba
que ella estaría allí, que su relación con Dean se haría pública, y simplemente no quería lidiar con la situación. Pero su presencia era
pensó e
nera, y el arrepentimiento se mezclaba con una incomodidad que prefería evitar. Sabía que tendría que enfrentarla tarde o tempr
Don estacionó como de co
s 7:30, señor -dijo Don, mirándolo po
recogiendo sus
cias
bía confirmado más temprano que las reparaciones en el piso principal tomaron
de su mano herida. Giró el pomo y entró con pasos silenciosos, su mente en blanco. Pero a
cia, vestida solo con una delicada prenda de encaj
el tiempo mismo p
l. El cabello le caía suelto sobre los hombros, y sus brazos cruzados sobre el pecho apenas alca
o si todo el aire de la habitación
a la primera vez que la veía sin las barreras que siempre había colocado entre ellos. Ella era
primitivo consum
estrecharle la cintura o verla estremecerse al presionar su espalda contra la encimera. El deseo lo embargó al imaginarla aferrándose a él, las largas piernas enredadas a su alrededor, sus labios entreabi
deseo. Harper siempre había sido alguien a quien había ignorado. Ella era, entre otras cosas, la hermana m
a que ella lo notara. La visión de Harper, desnuda, había quedado grabada en su mente, y sabía que ese recuerdo lo perseg