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Una esposa para el CEO

Capítulo 2 Negocios y tratos sucios

Palabras:1388    |    Actualizado en: 03/11/2024

ítu

y trato

dormido plácidamente tan tranquilo y sereno como solía hacerlo cada tard

se preguntó a sí mismo y en silencio, mi

historias de la familia, llevándolo de pesca, guiándolo en los negocios. Alexander sie

xander no podía escuchar ni una sola palabra. Estaba perdido en

e la familia es lo primero. Prote

iento reprimido en su pecho, llena de preguntas y dudas. ¿Qué futuro le esperaba? ¿Qué decisi

u voz temblorosa y besó la frente

dole sus condolencias y abrazos. Alexander los recibió con un semblante inexpresivo, inten

a de su abuelo, adentrarse al jardí

endo allí? ¿Por

para presentarse en su funer

.

n el vasto panorama de la ciudad cada persona vivía su propia realidad llena de desafíos

enta oficina, sintiéndose al borde de un a

a casa de campo, una empresa de seguridad cibernética al borde de la quiebra y las ru

importar las consecuencias. Se casó con Ana Williams, una joven economista q

en que lo conoció, pero él siempre la vio como u

ncontraba cada vez peor y el hombre se negaba a perderlo

a sus problemas, sin saber que no solo estaba

poco de ayuda económica. Sin saber que eso serí

ital necesario para levantar su empresa lo mantenía eufórico, tanto que no se detuvo a

s desagradables y se recostó en el sillón relajando su cuerpo, c

-Afirmó Greco en voz baja y rasposa, le extendió la mano a Jacob

er a través de Jacob, creaba un ambiente cargado de una

rle la mirada de sus ojos glaciares. Cuestio

nía más valor que un documento. Se levantó de su asiento y

ritorio frente a Jacob haciendo que por un momento se olv

se saldrían de sus cuencas. Nunca antes había visto tanto di

n sus manos y eso lo llevó a recordar las

ratis, es el que se encuen

vez mucha inseguridad, ya que Santoro nun

ncionado un plazo. ¿De cuánto tiempo esta

luminó a la mitad debido a la escasa luz cercana a la pue

aliva al sentir en su mi

e casi cuatenta años, que vestía con un traje negro, abrigo largo casi hasta su

ienta oficina propiedad de Jacob, quién no pudo decir una palabra más

vida gracias a la generosa inversión de ese hombre y a las habilidades y conocimiento d

poyo y compañía de su esposo, sabía que muy pronto tendría a alguien, una personit

la comodidad de su hogar, desde allí, a pesar de es

ob se encontraba en el hospital, sosteniendo la ma

cudir la sensación de que había hecho un trato con el diablo. Mientras miraba a s

apoderado de su pecho y fue justo allí donde Jacob al fin se enteró que Ley de la Sorpresa dicta que se espera que un hombre salvado por otro ofrezca a su salvador un favor cuya natu

iempre a un hombre cuarenta años mayor que ella, un despi

permitiría que se llevasen a su hija. Pero la visita de Santoro no fue precisa

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