Una esposa para el CEO
ítu
y trato
dormido plácidamente tan tranquilo y sereno como solía hacerlo cada tard
se preguntó a sí mismo y en silencio, mi
historias de la familia, llevándolo de pesca, guiándolo en los negocios. Alexander sie
xander no podía escuchar ni una sola palabra. Estaba perdido en
e la familia es lo primero. Prote
iento reprimido en su pecho, llena de preguntas y dudas. ¿Qué futuro le esperaba? ¿Qué decisi
u voz temblorosa y besó la frente
dole sus condolencias y abrazos. Alexander los recibió con un semblante inexpresivo, inten
a de su abuelo, adentrarse al jardí
endo allí? ¿Por
para presentarse en su funer
.
n el vasto panorama de la ciudad cada persona vivía su propia realidad llena de desafíos
enta oficina, sintiéndose al borde de un a
a casa de campo, una empresa de seguridad cibernética al borde de la quiebra y las ru
importar las consecuencias. Se casó con Ana Williams, una joven economista q
en que lo conoció, pero él siempre la vio como u
ncontraba cada vez peor y el hombre se negaba a perderlo
a sus problemas, sin saber que no solo estaba
poco de ayuda económica. Sin saber que eso serí
ital necesario para levantar su empresa lo mantenía eufórico, tanto que no se detuvo a
s desagradables y se recostó en el sillón relajando su cuerpo, c
-Afirmó Greco en voz baja y rasposa, le extendió la mano a Jacob
er a través de Jacob, creaba un ambiente cargado de una
rle la mirada de sus ojos glaciares. Cuestio
nía más valor que un documento. Se levantó de su asiento y
ritorio frente a Jacob haciendo que por un momento se olv
se saldrían de sus cuencas. Nunca antes había visto tanto di
n sus manos y eso lo llevó a recordar las
ratis, es el que se encuen
vez mucha inseguridad, ya que Santoro nun
ncionado un plazo. ¿De cuánto tiempo esta
luminó a la mitad debido a la escasa luz cercana a la pue
aliva al sentir en su mi
e casi cuatenta años, que vestía con un traje negro, abrigo largo casi hasta su
ienta oficina propiedad de Jacob, quién no pudo decir una palabra más
vida gracias a la generosa inversión de ese hombre y a las habilidades y conocimiento d
poyo y compañía de su esposo, sabía que muy pronto tendría a alguien, una personit
la comodidad de su hogar, desde allí, a pesar de es
ob se encontraba en el hospital, sosteniendo la ma
cudir la sensación de que había hecho un trato con el diablo. Mientras miraba a s
apoderado de su pecho y fue justo allí donde Jacob al fin se enteró que Ley de la Sorpresa dicta que se espera que un hombre salvado por otro ofrezca a su salvador un favor cuya natu
iempre a un hombre cuarenta años mayor que ella, un despi
permitiría que se llevasen a su hija. Pero la visita de Santoro no fue precisa