icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

Tú me enseñaste

Capítulo 5 ¿Hablé con una jovencita

Palabras:1238    |    Actualizado en: 29/10/2024

nt

nueve, no podía olvidar el almuerzo en casa de Vladímir. Amaba dormir, pero este fin de semana no podré hacerlo

do para un nuevo día. Arreglé la habitación, recogí mis pertenencias y salí con la maleta, ya no regresaba por el resto

ta las cuatro, la parranda vallenata a la que nos tienen acostumbrado Alejandr

joven, ¿ya qui

ía Carmen. ¿Dónd

tó, debe estarse arreglando, no demora en bajar para meter los pies en agua tibia, amaneció con ampollas en s

rdad se encontraban muy hinchados, los traía

días,

maternal en la frente, César me es

s días

z dijo el padre Castro. Los amores son diferentes, lo importante es arrepentirse, perdonarse, comprometerse para no volver a com

almuerzo en casa de los Kozlov? -afirmé, Maju besó a

a usar tocone

penas comiences a t

en mi cocina. -Una mujer que a esa edad

al médico. -sonreí por respeto,

-Era una consentida con cordura-. Ahora tengo mucha h

iensas e

res placeres. -v

a arreglar y bajamos en

ias.

y lo puso en el piso, María Constanza estaba sentada e

bicarbonato y la sal ayudará a desi

al tiempo. Puso su

ña del diablo que quería sonsacar a mi

-dije ante su manera de

, si no se pellizca el trasero, va a perder al amor

Ad

s de lavarles el cerebro con detergente y cloro. -hizo las señas como si estuviera lavando un trapo en verdad, no pude dej

rometas lo que no cumplirás,

un re

los Orjuela. Nos trajeron el desayuno, y se me olvidó que tenía compañía, solo me concentré en comer. En cuestión de pocos minutos me termin

Qu

a con los huevos y yo sonreí-. ¿Siempre comes como si

spero que jamás pases por una situación que te haga comprender ciertas situaciones. Las cuales pueden ser cotidianas, sin embargo, cuando

para ella es como estar tomando el mejor refrescó del mundo después de un día

ías en cautiverios, la imagen de todos en la peor situación que u

da ser humano es dif

ablando con una niña, lo que n

arrollé algo de claustrofobia y los lugares para mí deben ser muy amplios. -La mirada de M

da! ¿Habrá escuchado lo que dije? Volví a mirar a la p

mé sin dejar de mirar a quien considero una madre, habl

go idea

odos nosotros quien menos hablaba de lo vivido en cautiverio había sido yo, ni en mis sesiones con Da

cumpleaños, hasta una próx

la

las mujeres se ven muy bien c

a la espalda para que no vieran que me sonrojé, y

Obtenga su bonus en la App

Abrir
1 Capítulo 1 Encuentro2 Capítulo 2 Reencuentro3 Capítulo 3 Desenmascarando a una arpía4 Capítulo 4 ¿Un hombre gallardo 5 Capítulo 5 ¿Hablé con una jovencita 6 Capítulo 6 Una gran mentira7 Capítulo 7 Ella una insolente y él una decepción8 Capítulo 8 No se le pega a una mujer9 Capítulo 9 Los caminos se enlazan10 Capítulo 10 Viajo a Brasil11 Capítulo 11 Ignorada por completo12 Capítulo 12 Discordia13 Capítulo 13 Sentimientos encontrados14 Capítulo 14 Sutil provocación15 Capítulo 15 Te enseñaré respeto16 Capítulo 16 Reivindicarme17 Capítulo 17 Hablando con sinceridad18 Capítulo 18 Situaciones reveladoras19 Capítulo 19 Cuesta poner distancia20 Capítulo 20 Mantener la distancia21 Capítulo 21 Solo estoy cuidando a una hija ajena22 Capítulo 22 Palabras certeras23 Capítulo 23 Un juicio fácil24 Capítulo 24 De nuevo libre25 Capítulo 25 ¿Me rechazan por ser inocente 26 Capítulo 26 No pidas eso...27 Capítulo 27 Ponte en los zapatos del otro28 Capítulo 28 ¿Cómo carajos me disculpo 29 Capítulo 29 Recibir consejos de personas con experiencia.30 Capítulo 30 Mi ofrenda de paz31 Capítulo 31 Circunstancias vergonzosas32 Capítulo 32 Los borrachos dicen la verdad33 Capítulo 33 Su inocencia me domina34 Capítulo 34 Despertar a su lado35 Capítulo 35 Los castigos de la vida36 Capítulo 36 Aclarando puntos37 Capítulo 37 Sensación extraña38 Capítulo 38 Instalarme en su corazón39 Capítulo 39 Amenaza40 Capítulo 40 Enemigos en el camino41 Capítulo 41 Amenazados desde el pasado42 Capítulo 42 Ella me calma43 Capítulo 43 Se enfrentan los miedos