Tercer Tiempo al Amor
o de mermelada para Edith; pero de todas maneras logró su cometido y ya se encontraba en el hospital de niños. Tomó su bolso
y cálida como un té recién hecho. Ernesto le sonrió
ven guardia-. No hace falta que me pre
hospital que se sabía sus datos de memoria. Su rutina era la misma: Todos los domingos, miércoles y viernes Sophia estaba allí, puntual como siempre. Se
nesto. Le tendió la mano-. ¿Quieres qu
s mucho peso. -Sophia le pasó el frasco de mermelada. Ernesto lo tomó, y luego de promet
salón de juegos albergaba todo tipo de entretenimientos para aquellos pacientes que, como Valentina, estaban cursando alguna enfermedad. Y a los que no podían salir por encontrarse aislados, le enviaban a algún amigo con que jugar. Los niños ll
permitió el ingreso como siempre, y entró
sonrisa radiante que le iluminaba el alma a cualquiera. Sophia se acercó a ella, l
osa, mi querida niñ
as, pareces un hada! -exclamó
mientras sacaba el libro dedicado para la pequeña-. ¿List
gamos po
iferente a cada personaje, y Valentina se reía de las ocurrencias de cierto par de ge
e que la mujer se vaya, Valentina le dio
á enseñando a tejer al crochet. Intenté hace
cuerpo, y el cabello parecía un erizo por la cantidad de hilo que había usado, pero Valentina lo había hecho con sus m
ien no tenía mucho trato. Gabriel, secundado por su amigo y compañero Lucas (quien estaba filmá
seguro de sí mismo que resonaba en el pasillo como si fuera el centro de atención, incluso en un lugar tan delicado
e podría haber sido encantadora, si no fuera por la condescendenci
el hospital no fuera más que una curiosidad pasajera. Sophia, sin per
n segundo hacia Lucas, quien mantenía una expresión entre divertida e incómoda
lento, llevaba puesta una chaqueta deportiva ajustada que destacaba cada músculo. Estaba claro que disfrutaba de la atención que su físico atra
riel se cruzó de brazos y lanzó una mirada rápida al muñeco-, ¿no
ente entendería y con lo que se reiría también. Broma que únicamente captó Lucas, porque Sophia no mord
irada, calma
os niños después de leerles -dijo, con esa dulzura tranquila q
do por la falta de reacción. Su sonrisa se congeló un instante antes
ya sabes dónde encontrarme -dijo con un guiño, dando por sentado que su oferta resultaría tentadora-
a sonrisa educada y luego, simplemente, se giró hacia el asce
respondió mientras las puertas se ab
ia entró en el ascensor, dejando a Gabriel con su orgullo herido. Lucas, notand
su rostro mostraba que sabía muy bien que Gabriel
ya trabajaba rápidamente para decidir cómo responder a la inesperada indiferencia de Sophia. No est
brillo en los ojos que prometí