Amor entretejido en falsas ilusiones
abrió l
cuerpo el sobretodo, luego se quitó el vestido y quedó en blúmer exhibiendo lo que tanto le llamaba la atención a los hombres, sin límit
nte a él recibió una mirada
ás ebria...! Ingeriste demasia
el compás de los pies h
celoso! Todavía hay e
la lo besó, acarició sus cabel
jer casada entre a la casa. Y menos en estado ebrio. Sé que
ad? -soltó su mano, volvió aca
ias veces la cabe
or que te acueste a dormir. En esas cond
as cosas bonitas que
sosiego. Si dices que me amas, o dejaste de amarme, no sufras duda. El dilema no será enamorarte, es olvidarme. Es un decoro si te alejas del amor cuando está prisionero en tu c
gue, no te
tro con la mirada, porque eres rosa
a entrar en un profundo sueño. Él la miró dueño de sí. Con la vista expectante acarició las erectas tetas con sus pezones endurecidos, su
cosa que dejarte tranquila. De mí hacia ti hay much
, temprano
placeres y felicidad. -manifestó él con l
na mirada con ge
za, Alfonso? Acaba de una v
o es agradable que mi mujer se embriaguez, y llegu
azmente le
, donde no faltaba la alegría, toma de mi copa, y tampoco
una duda y necesito que me la aclares. Anoche no hice ningún análisis por
d, yo soy quien está confundida -fijó la mirada en el rostro descompuesto de Alfons
fiesta, sino con un joven que estuvo aquí buscándote... vo
en es ese
e ironía que traía un recado para la señora Ceilán Oliveira, y se negó rotundamente de decirme de
ces con ese ton
. ¡Ese joven está enamorado de ti! -hizo un gesto de protesta y añadió-. Es algo que
sus ojos
oído decir que celar no es querer -hizo una pausa
-replicó Alfonso-. No te
a vez que no pierdas tu tiempo en reclamarme cosas de las que no tienes como confi
ndo r
gió-. ¿Eso es lo que
s José, era sobre las compras de unos collares fabricados con perlas
a sonrisa de afecto
a. Le importaban muy poco los refunfuños de Alfonso. "Siempre estaba muy bien sobre aviso para llevarle la contraria". Las aparentes contradicciones de estos dos pensamientos la hizo sonreír. La alegría silenciosa y completa que había recibido de Fernando, devolvía a su edad la paz y su juventud, ambas cosas en riesgos. Era domingo, día de su descanso laboral, y de mucho que hacer en la casa. Su pañu
Luis -le dijo Alfonso de una manera impecable,
a puerta. Quiero hablar contigo sobr
observó con
se negocio, jovenci
laron por haberlo llamado jo
e esas mujeres que con la mirada te conquista, y te lleva a... -se interrumpió al fijar la mirada para donde se había sentado Ceilán. Que sorpresa, los latidos de su corazón alcanzaron la máxima velocidad, sus pier
a Daniel Luis y endureció su semblante. Alf
tó con brusquedad-.
y una especie de impotencia incond
ea su mujer...! Alfonso se volvió
de ser...! ¡El
saje y se pasó la mano
meter un disparate para que no caiga
lo mir
do tan repentinamente. No hemos quedad
de fuga repentina, aunque no
s mientras se marchaba-. No, no, eso no puede ser. N
ndíbulas como si mascara caramelo de falsedad. Pensó en lo inmenso que estaba siendo el amor con
omar café? Después de bandear la cab
fé -hizo una pequeña pausa-. Los hombres cambia
transforman, y las personas también. Ahora quiero decirte algo, Dan
ngua limpió sus labios, mientras esto sucedía, los ojos negruzcos vacilaron un momento, p
a te convierte más en el ángel, que Dios me envió para que no
a a pesar de añorar a sus amantes, de recibir de ellos un río de ternuras, se volvió para m
ntigo! -en su voz había esc
nza el corazón y el amor no es verdadero, solo por la codicia de sus fortunas. Todo había sido un fracaso. Alfonso se sintió de pronto fatigado, decaído y débil, paralizado por una de esas crisis de contrasentido en las que suelen caer los añosos de