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La prometida falsa del Ceo

Capítulo 3 ¿Qué estoy haciendo ̶

Palabras:1251    |    Actualizado en: 13/06/2024

debes,

ste largar

nes a volver y d

duro que h

o que me he

era la que se p

mi lado, como mi promet

sé exactamente lo que se necesita. O al menos, u

Aitana

TA

o, las nubes cuelgan en el cielo azul marino y las farolas crean charcos de luz por la tranquila calle. Mi pis

estrecho de una habitación tenga bañera, pero no hay ducha. Me prometí a mí misma que

oche necesi

grosamente, hace que un escalofrío recorra mis ya tensos músculos.

puedo creer que me esté centrando en su exhibición de dominación, que ha hecho qu

no puedes fingir

rbo de vino y me hundo en el agua. Al menos es viernes y no tengo q

uvimos una vez. Cómo me ponía de nerviosa con esa actitud suya, cómo se le curvaba el labio cua

re hasta el fondo y junto lo

a por Gael Ricci . No ah

spués de cómo d

er

na mierda debido al pasado. Y no puedo culparlo, pero... eso fue hace más de una

chicas probablemente acudieron a

.. ahora, e

se lentamente por su torso, aferrándose a cada pliegue y cur

a de la habitación y me incorporo bruscamente,

di

una semana y me ha estado llamando todos los días

aparece en la pantalla. Es

ar, mis ojos se posan en el número que apa

,

e es. La otra mitad

hacé en la oficina. No le había dejado terminar, per

eb de la empresa, una página para el retiro de la empre

abajar para una empresa como Queen . Varias piscinas, juegos de agua, bares hundidos, una

a en la piscina, remojándome en l

tar? tecleo rápidamente, sin querer

e hace esperar: No tengo

erando una oportunidad como esta? ¿Pa

ntras el cuerpo se me calienta. Antes de que pueda cerrar la boca del susto, me

Después de todo, me he tomado dos copas de vi

dría pagar las facturas médicas de Eliza de

respiración, to

despacho. El corazón se me retuerce en el pecho. No

na. Tenemos que ha

de opinión, tiro mi teléfon

diéndome más en el agua. Necesito

músculos, mi mano desciende, roza mi

Probablemente gracias a un día lleno

ensan. Un zumbido de deseo recorre mi cuerpo y arqueo la espalda con

o que se me abran las piernas mientras me masturbo más, metiendo los dedos entre m

jos de acero, sus labios entreabiertos. Recuerdo su cara enterrada entre mis piernas, una m

ahogado, ap

mi jefe, sino que acabo de aceptar ir a un reti

sías sobre su cuerpo perverso y todas

nte y, aunque Gael sea el jefe, le conozco de v

usaré con la

a, jamás, me te

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