La obsesión del mafioso.
que yo continuara con algo tan oscuro, tan terrible. Necesitaba escapar, aunque fuera por unas horas, despejar mi mente. Lo primero que se me ocurrió fue llamar
e yo tuviera más, que fuera la hija del "gran empresario". P
o con una sonrisa-. Necesit
ondo, necesitaba alejarme de todo lo que me recordara a pa
do de tonterías, como solíamos hacer. Por un momento, me permití olvidar
stro coche. Antes de que pudiera reaccionar, hombres armados nos abordaron. Grité, desesp
ientras intentaba liberarme,
o. Me llevaron a rastras hasta la camioneta, mis piernas temblaban y mi mente se nubla
miedo que sentía. Me empujaron al interior de una habitación húmeda y oscura, donde varias niñas, probablemente tan asustadas como yo
usto y su mirada transmitía pura maldad. S
rio, ¿eh? -dijo con una voz áspera y b
su mirada, y el terror me paralizó por un segundo
pura desesperación, le di un puñetazo en la car
areció en la habitación. Era más alto, con el cabello rubio y una cicatriz grotesca que le cruzaba la mejil
gruñó al primer hombre-. E
có a mí, sus ojos fríos como el
minado -dijo, y luego añadió con una
zón se
, todas acurrucadas, temblando de miedo. Algunas lloraban en silencio, mientras otras apenas podían levantar la vista. Sin embargo, una figura sobresalía entre ellas. Era un
voz baja, tratando d
con la desesperación a nuestro alrededor. Su fuerza me s
e ahí. El aire estaba impregnado de miedo y desesperanza. Mi corazón seguía latiendo rápido, pero no p
misma que para ellas, aunque lo dije lo s
ía completamente paralizada por el miedo. Podía verlo en sus ojos: estaban de
as desde el fondo, con la voz quebra
alabras del hombre de la cicatriz-. Pero si nos
taba considerando lo que decía. Había algo en ell
No podemos quedarnos aquí para si
reguntó una de las chicas más
d de escapar por ahí. El panorama no era alentador: afuera solo había oscuridad
ma-. Pero tenemos que encontrar una manera de sal
s comenzaron a asentir, aunque fuera con duda en sus ojos. Sabía que no ser
lado, cruzando los brazos
lisa -dijo-. No v
que, aunque el camino sería difícil,