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La obsesión del mafioso.

Capítulo 4 Debo escapar

Palabras:1032    |    Actualizado en: 03/05/2024

que yo continuara con algo tan oscuro, tan terrible. Necesitaba escapar, aunque fuera por unas horas, despejar mi mente. Lo primero que se me ocurrió fue llamar

e yo tuviera más, que fuera la hija del "gran empresario". P

o con una sonrisa-. Necesit

ondo, necesitaba alejarme de todo lo que me recordara a pa

do de tonterías, como solíamos hacer. Por un momento, me permití olvidar

stro coche. Antes de que pudiera reaccionar, hombres armados nos abordaron. Grité, desesp

ientras intentaba liberarme,

o. Me llevaron a rastras hasta la camioneta, mis piernas temblaban y mi mente se nubla

miedo que sentía. Me empujaron al interior de una habitación húmeda y oscura, donde varias niñas, probablemente tan asustadas como yo

usto y su mirada transmitía pura maldad. S

rio, ¿eh? -dijo con una voz áspera y b

su mirada, y el terror me paralizó por un segundo

pura desesperación, le di un puñetazo en la car

areció en la habitación. Era más alto, con el cabello rubio y una cicatriz grotesca que le cruzaba la mejil

gruñó al primer hombre-. E

có a mí, sus ojos fríos como el

minado -dijo, y luego añadió con una

zón se

, todas acurrucadas, temblando de miedo. Algunas lloraban en silencio, mientras otras apenas podían levantar la vista. Sin embargo, una figura sobresalía entre ellas. Era un

voz baja, tratando d

con la desesperación a nuestro alrededor. Su fuerza me s

e ahí. El aire estaba impregnado de miedo y desesperanza. Mi corazón seguía latiendo rápido, pero no p

misma que para ellas, aunque lo dije lo s

ía completamente paralizada por el miedo. Podía verlo en sus ojos: estaban de

as desde el fondo, con la voz quebra

alabras del hombre de la cicatriz-. Pero si nos

taba considerando lo que decía. Había algo en ell

No podemos quedarnos aquí para si

reguntó una de las chicas más

d de escapar por ahí. El panorama no era alentador: afuera solo había oscuridad

ma-. Pero tenemos que encontrar una manera de sal

s comenzaron a asentir, aunque fuera con duda en sus ojos. Sabía que no ser

lado, cruzando los brazos

lisa -dijo-. No v

que, aunque el camino sería difícil,

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