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A merced del demonio

Capítulo 5 CAPITULO 4

Palabras:1048    |    Actualizado en: 18/03/2024

pasa para llegar t

a poder transportarme. -dije sarcástica aún sabiendo que no estab

uera usted, apresuro lo

a tomy un amigo que trabaja como taxista y para mi suerte estaba circulando. Al llegar ni siqu

a asombrada, ella iba a decirme algo pero al escuchar la voz de enfado de mi nu

y lo veo salir de su oficina. Su mirada fría

omodo mi uniforme. Al entrar sus ojos no de

star frente a su escritorio, jamás en mi vida me había sentido

ith?. -dije sarcástica per

gar rabioso sin des

io permiso d

este hombre no era el mismo que

l brazo con brusquedad, hábilmente me hace v

ntes. -Una mujer sin gracia que ni siquiera conoce la ética. -mi boca es un O

jos me dice señora, si

rle claro quién es

quien paga todo, mi

erte perdiendo la paciencia. -Que no esto

renunciar, no estaba dispuesta a trabaja

ijo pobretona muerta de hambr

o pudo decir -d

jaría así -Pero bien que esta po

que nadie me humillara y menos alguien como él, además, el me provoc

señor Smit

lve a sonreír -Porque

un mejor empleo que este. -

rle que ya he llamado a todas la empresas del país para que no le den empleo

timo. Un sudor helado comienza aparecer en mi c

eírme al creer que es una

solo eran mensajes de ejecutivos de las empresas donde dejé mi currículum di

su escritorio rabiosa. -¡Quien m

a con su cabeza sin dejar de reírse -¿dígame algo? -hace aún lado un mechón

to?!. ¡¿Pero como mierdas había

ta, yo le demostraré que tan de

o, baja a tres centímetros y desabrocha dos botones de la camisa de mi uniforme y repite la misma caricia de es

forme, -musit

safiarlo pero mi voz se quiebra cua

es, te voy a dar unas nalgadas hasta dejar ese

uso estaba imaginándomelo a él y su mano

usa que se vea sexy y resalte esos deliciosos senos. -apreta m

eñor,..

ero un sí Sebas

ablos lo estaba disfrutando ya que muerdo m

n. -musito apu

i cara tan roja de la vergüenza, salgo de su oficina, trato de comprender lo que había pasado pero mi mente estaba cegada por la lujuria que

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