Lá aluna del CEO
é casi gritando. - ¿Tienes idea de cuánto costará esto? Si trabajo todas las vacaciones de verano, recibiré cuatro mil quinientos dólares. - ¡Guau! Es mucho dinero, te cubrirá todos los
de que te levantes, te laves los dientes y vayas a la cocina a tomar un café. Despertaré a tus hermanos. - Mucho gusto, doña Clara, espero con ansias que llegue nuestro día. - El placer es todo mío, Jason. Salí a despertar a los demás y lo oí decir en voz baja: ya veremos. Cuando llamé a la habitación de Joshua, pronto escuché un interludio y, a diferencia de su hermano, él ya estaba listo para ir a desayunar. Me presenté y él me trató sólo con indiferencia, ni siquiera se molestó en preguntar por Layla. Jacob ya estaba jugando videojuegos, contrariamente a las órdenes de su padre. Conseguir que soltara el palo fue una lucha en la que solo tuve éxito cuando amenacé con enviarle un vídeo de él jugando a su padre, para que me diera permiso para sacar el videojuego de la habitación del niño. No quería tener voz y voto en la crianza de los hijos de otras personas, pero cuando lo hacía, ¿cómo pretendía Sam prohibirles jugar videojuegos y mantener el equipo de su habitación al alcance de sus manitas desobedientes? Incluso yo, que era un niño más tonto, seguía jugando. Negando con la cabeza, los seguí a los tres hasta la mesa de la cocina, que estaba muy llena. La señora podía estar malhumorada, pero cocinaba maravillosamente. El estudiante universitario que vivía de fideos instantáneos quedó encantado al verlo. Entre tostadas con gelatina de maní y mucho tocino y huevos revueltos, escuché a Jason decir: - ¿Tiene hambre? - Si digo que sí, ¿sentirás pena por mí? Jacob esbozó una sonrisa irónica. - Buen intento, señora Clara. Me encogí de hombros. - Eso pensé - dijo - No paso hambre por falta de comida, sino por falta de tiempo y muchas veces por pura pereza. Joshua me miró de cerca por primera vez, pero permaneció en silencio, dejando que Jacob continuara con su interludio. - ¿Es usted una persona responsable, señora Clara? Quería atraparme, me di cuenta por el tono condescendiente que usó. - Por supuesto que soy responsable. - Papá siempre decía que deberíamos seguir el ejemplo de personas responsables. Bueno, dijiste que cuando eres vago no cocinas. Entonces, cuando tengo pereza, tampoco necesito ir a la escuela. Bingo. - Creo que tu padre quería decirte que tomaras como ejemplo las buenas actitudes de los responsables. Todo el mundo tiene algún defecto, algo que hay que mejorar. Vivimos en constante evolución y aprendizaje a lo largo de nuestra vida. Yo, por ejemplo, sé que necesito comer mejor y tengo la intención de ha