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Un ángel cayó

Capítulo 3 Reencuentro

Palabras:2292    |    Actualizado en: 22/02/2024

aba en un programa de televisión y pensaba que todo aquello, se debía al traba

l programa al antojo de la producción y demás. Al demonio no le gustaba que lo interrumpieran con cortes y repetidas escenas, porque decía que era médico, no actor. Le

aré con la paciente -informó el

haría a la costa que fuera; no sabía si lo que sentía era su instinto de ángel guardián que un día fue de ella o porque a como Dios h

ndose algo incómoda porque tenía la sensa

es que, con el progr

olver a mi... mini apartamento -

eriormente necesite un cuidado óptimo, es por tu salud, porque entonce

-. El director no me

o, dependiendo lo delicado que se

saber que ella estaba siendo bien cuidada, ni siquiera s

por teléfono-.

a secretaria estaba ahí,

rgue de la casa y llama a la agencia de mudanza, ella se mudara para el piso donde se mudan los que obti

era la única que había durado tantos meses trabajando con él c

s demasiado bueno y al mismo tiempo, da

... -se quedó callado, no debía hablar de ella, porque cómo explicar que la conocía

conoce o m

cordar a mis pacientes lo bonito que miraban la vida, antes de estar enfermos,

de

rumpió, Sabrina -. Te aseguro que recuperarás no

piraba; al quedar solo, sintió ganas de golpearse la

fui -se regañ

pasado. Estaba emocionada y no pensaba esperar a que Valeria tuviera unas horas libres

al salir de aquí?

una mirada neutra pero acompañada de una pequeña son

o al chófer de Danie

o quiero causa

quila, no

inando el lugar, lo imaginaba muy diferente a como en verdad era. Era lujoso, habían sillones en lugar de sillas; había para hacer café, servise agua fría o temperatura ambiente; era l

o danos un voto de confianza, verá que t

Sabrina,

er cosa que necesites, llámame, no importa la hor

conseguirlo, ya que esos móviles no se usaban en dicho país con frecuencia. Le guardaban los contactos anteponiend

, llegó al hotel, donde pidió hablar con su amiga, mien

e busca -dijo, e

ía diez minutos para un descanso y qué mejor, que pasarlo con su amiga, sin em

veo feliz, creo -

oy, solo dejo

refresco, emocionado y sonriendo, llegó ha

refresco, soy

aquí -interrumpió -. He aprendido a con

en? A sudo

iendo-. Hueles bien

n las mejillas del joven, sonrojó que Valeria

supiera que estaba ahí, ya q

cho que contarme,

e -dijo el joven-. Valeria habla mucho de ti

ino bien fea, pero que al verla, sintió algo en

lindo -son

la mirada lo corrió así que le dejó un

e, ¿qué

ismo a su amiga. Valeria la miraba sonriendo; suspiraba de felicidad porque su am

rometió, pedirle el favor a Sabrina, para que le enviara la dirección. La joven siguió con su labor: lavar aquella ropa, ordenarla y guardarla. Mientras estaba en

sonriendo, por el desconcierto, no entendí

uy linda -dijo

a a la ropa que debía arreglar. Era mucho el trabajo que tenía por h

a conocer, puedes ser su amigo, pero no creo que l

, quizá era porque debían estar trabajando todo el tiempo sin parar, o quizá tenía algún trauma psicológico por la vida que

itarla -prop

o -respondió -. Ahora

ría el dinero de la comida. Su corazón estaba lleno de esperanza; estaba emocionada por lo que se le venía y esperaba que cuando saliera de aquel piso que le estaba dando el programa, pudiera perm

muerte, alejándose de aquel niño; también se había enfrentado a su secretaria que se tomaba mucha confianza preguntando cosas que no eran

bía dicho, Sabrina, cuando ya estaba

é -dijo e

no la dejes de ayudar, l

r enojar al jefe -le dijo para

d de ayudarla y protegerla. Las palabras de Dios, retumbaban en sus oídos una y otra vez, cuando le decía que era un impuro, abominable, por sentir lo que sentía por la humana. Eso dolió, recordarlo era como volver a vivirlo y eso le impedía ser feliz; él, pudiendo disfrutar de la eterna vida que tenía en la tierra, sentía como si Dios lo mirab

detalles del encuentro de ella con el demonio. Su estadía, sería en un hotel,

Porque él, en cuanto me vea, sabrá quien soy, no m

necesitas mi consentimiento, tú sabrá

tipo de ser mágico. En esa ocasión, no estaba muy convencida de querer trabajar con el de

equeña ángel, ya estaba en su hotel, acostada en la cama sin ganas de salir a buscar al demonio y mirando su teléfono móvil, riéndose de los chismes que acontece en el mundo, se repetía una y otra vez: "la estupidez humana, no tiene límite" -suspiraba: "yo también, por mirar estas estupideces en lugar de hac

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