Juego de Reyes
esto servirá? -pregunto Kal
lón -. Además, pediste algo ligero y eso es lo mejor que tengo; ahora solo relájate, la camiseta no tiene mangas como pediste, el pantalón y
dón es raído porque toda
la calle; tienes un cuerpo bastante desarrollado pese a ser
s flaco que su bastón, en
eres un tr
vagamente marcado con las ciudades cercanas y los caminos principales a ellas, pes
os primero? -preguntó Rubik, golpeand
uánto oro tie
mitad de lo
remos comprar la t
ndremos que conseguir oro -comento Kal
es? -interro
s una visita a
ó una vez más la elfa, resistiendo como más podía el im
es la casa -comento Rubik con una sonrisa de oreja a oreja, sentándose en una b
yos, pero a veces tendrás que tragarte el orgullo si quieres ava
ahora... -paro un momento para salvar dirigiendo sus ded
amas muertas y podridas que llegaban a la parte superior; el izquierdo era de la misma forma un árbol, pero al contrario que su gemelo este era frondoso y rebosante de vida. Ante ellos Rubik golpeo dos veces el suelo con su báculo, instante en el que un hermoso verde esmeralda emano del árbol que rebosaba de vida mientras que un profun
no, no tienes nada que dec
ugar -, el eco de aquella voz se dispersó en e
tos diez años te ha
speto ante alguien que abando
ro? -comento entre risas -, creo que
íritu en el vacío abisal, mataste a los archimagos de Marduk so
o que hacemos los huma
ás l
ras cuatro rayos de energía vinculaban a Rubik a las estatuas. Rubik rio, su mana lo rodeo e
o usted no sabe
stás habla
ededor de Rubik consumiendo lentamente la barrera. Incluso así la sonrisa del mago no desaparecía, solo crecía cada vez más, sus ojos se ilu
cual es la defin
un huracán haciendo que una colosal tormenta de arena azolara el yermo mientras que un
cortos de hoja ancha, de hierro negro salpicadas en rojo. Avanzo con cautela a través de los estrechos pasillos, evitando movimientos bruscos. El aire no parecía fluir, apenas se olía la roca entre la arena y sin más sonido que el de sus pasos Kaldar recorrió molesto aquel laberinto, frustrándose cada vez que encontraba un callejón sin salida en aquella red. Sylvanas tampoco lo tenía fácil, había perdido sus flechas y su arco se dañó al caer -, uno o dos disparos -, se dijo mientras lo recogía. Las arenas volvieron a removerse abriendo un pequeño pasillo entre Sylvanas y un saló
te rápida, la cabeza empalada de la serpiente se retorció unos segundos en la aguja, al mismo tiempo que un látigo de acero enrolló el brazo izquierdo de Sylvanas -. ¡Que cojones! -. Sylvanas no pudo reaccionar, en unos instantes el látigo desplego una red de hojas curvas en todo su contorno, destrozando el brazalete de la elfa a una velocidad pasmosa antes de retirarse ágil y veloz po
anas al arrojar su arco roto, antes de tomar e
ban, la luz desaparecía lentamente incluso cuando tomaban escaleras hacia arriba, la luz parecía volverse un lejano recuerdo, cada vez se hundían más en la oscuridad y casi sin darse cuenta cayeron al suelo. Al despertar estaban en la superficie, a pocos pasos de su destino. Amb