Juego de Reyes
penas desafiado por el correr de la sangre en las manos de aquella mujer. Su piel estaba expuesta, le habÃa tomado tiempo desvestirse. Orgullo. Ese sentimiento que tanto carcom
do y apretando los puños, si aquella leyenda era cierta o no, ella seria qui
le dio el poder de quitar la paz de la tierra y de hacer que los ho
olfateo el entorno encontrándose con un aroma repulsivo. Sus tripas se retorcieron, su boca comenzó a salivar, cayo de rodillas, aguantando
ó la elfa mientras se ponÃa en pie,
ede apestar la
ulo, solo llego al borde exterior. Una especie de b
de convocación, tres ritos de inmovilización arcanos, cuatro maldiciones de embe
tras reposaba su mano derecha en su cadera mi
fa? -pregunto c
ñora -contesto arrogante, bajando l
el caos. No estarÃa mal ver de qué vas muchacha -comentó aquel ser mi
Sylvanas, devolviéndole la mirada mientras
ora te segu
rpo desnudo aquel hombre, hasta que las sombras nuevamente le cubrieron, vistiéndolo con la misma armadura que la de los caballeros de Carthus. Sylvanas también se vistió: unos pantalones y botas altas ceñidos al cuerpo en conjunto con una co
rendido a vestir... -coment
?, serás el centro de ate
por un prisionero de guerra o un esclavo,
onviene que intenten cortar
por eso, a menos que q
ntras colocaba un carcaj a su espalda y tomaba su arco -, por ahora tendremos
spadón en la espalda y la daga en su
sto Sylvanas, señalando las localizaciones según la
ámonos que hay ba
tañas de fondo y la fortaleza a sus espaldas que aun pareciendo cercana, ya hacÃa varias horas que la habÃan dejado atrás; el resto no era más que un extenso y árido yermo. A la llegada del alba, algunas construcciones estaban al alcance de sus ojos, Silva; el mayor centro de comercio en toda la comarca de Carthus y no era para menos, el
à como para que tuviéramos que ca
ngo unos asun
, señorita; bien
con un saludo amigable, señalando a su ve
ias,
tiene una cita fijada en el reserv
guida
in más luz que la de varios faroles luciérnaga adornados en vitrales rojos. Apartado y solitario un hombre esperaba a Sylvanas, tenÃa una sonrisa su
ga!, ¿has consegui
en ello
atriz que lo atravesaba en diagonal, remarcando su piel morena -. Vamos mujer eres más lista, ¿Quién es ese, tu amante, con el que te estas gastando mi dinero? -pregun
ue la daga se detenÃa a pocos centÃmetros de la carótida derecha de Rubik, m
no me hagas hacer u
a su sitio, mientras Rub
er a lo que no
volvemos a la parte
ánto a
ntereses, un millón de mo
r, déjale tu arm
a Kaldar dejar tanto sus armas como armadur
nuevo; creo que pagas
suficiente
rato aquà y aprovecha para hablar con tu marid
e las armas y armadura comenzaron a flo
-nombro Kaldar reposando su mano
ebo de t
pero harÃas bien en recor
, piensas reclamar tu armadura? ¿t
bik parecÃa distinto, ya no vestÃa de tela, sino un amplio manto negro so
anza, tuve que bus
inaremos pronto
ante, voy a
tes, mientras Sylvana luchaba
pret
que me debes y de paso m
i famili
s que los trolls, ¿quieres que me crea que una elfa si
ez más, disfrutando
o o no, yo sé lo que hice; Kaldar
Sylvanas, como una serpiente mirando desde arriba -, más razon