icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

PEONÍA. rebeldía, nobleza, belleza, y amor.

Capítulo 6 El bazar

Palabras:5143    |    Actualizado en: 28/01/2024

Dios!, al fin la encuentro, ¿dónde estaba?.–M

onnet, ¿está usted intentando convencerme de qu

Lord?.– pregu

del bazar sin que nadie lo note

ted.– Alexandre apretó la mandíbula.– por cierto, no fue para nada difícil, creí que engañar a un

hibido dejar sola a la princesa durante los

prometo que no volveré a dejar sola a

bservaba a su madre acercarse junto a la marquesa.– le doy mi pala

es mi última palabra.

estricto, sin duda su castigo sería mayor de lo que ella podía imaginar.

itando la mano,– creo que no pu

reconocer que tiene talento para las artes dramát

rar.– comenzó a

esta fingiendo.– di

to, alteza, pero no

ó con preocupación la reina una vez llegó donde el

escándalo!, ¡Es una desvergonzada, perseguir a un hombre como si fuera una mujerzuela!. La reina no sabía la razón de dichos comentarios, y aunque de

nada desde la mañana, sumado el estrés y el calor, llevó a que su cuerpo reaccionará de esa forma. Se sentía sin fuerzas, No podía mantenerse má

do pequeños golpecitos en su mejilla

linó hacia Su hija, –Alice, querida, rea

aglomerarse, para poder mir

bía quedado pasmada,–Señorita Bonnet, reaccione por favor, necesito su ayuda.– María parpadeo varias veces,

ngustia por no saber lo que le ocur

–no llore, seguro fue un colapso debido a

as criadas. Por otro lado, María buscaba desesperadamente al señor Dubois, doctor muy reconocido en la alta so

is.– dijo casi sin

Qué ocurre?.– p

esa.– logró

eguntó, esta vez con gran preocupa

esmayo, se v

umpió el señor Dubois,

ó María hacía la

vame hasta donde

a multitud no le permitía hacer bien su trabajo. Alexandre tomó entre sus brazos a Alice y la llevó hasta el carruaje real, una vez salieron del bazar, la princesa comenzó a reaccionar, eso le d

aban cizaña en los presentes. ¿un desmayó?, ¡Que escándalo!.pronto corrió la voz por todo el bazar sobre

n donde se llevaban acabo las reuniones privadas del rey. Alexandre le informaba al rey sob

ón la entrada de su padre. Sabe Dios que tipo de castigo le daría, recordó la vez qu

ntía ni una pizca de arrepentimiento, sin embargo, lamentaría que por ello fuera enviada a Londres y por lo tanto alejada de su madre y María. Reflexionó por un instante y s

me estás mareando.–dijo María, que observaba a

l menos no hasta saber lo que

esperanza que guardaba la princesa de que Alexan

empezar a imaginar una vida lejos de aquí.– María la miró sin compren

erta de la habit

on que ponerse en pie cuando vieron al rey entrar

poder resistirse a poner más

do. Alice no sabía a ciencia a cierta lo que ocurría con su padre,

a no podía pronunciar una palabra,– Eh... lo sie

oque de simpatía. Y eso sorprendió aún más a A

as.– m

a informado sobre t

ucho,– inter

amente hizo una señal indi

ulpas?,– preguntó

ría decir, pero no tuvo éxito,– Yo... Yo... Lamentó lo ocurrido.

rir un desmayo?– pregu

exandre y de Alexandre a su padre.–creo

lgo que puedas contro

la, miró a Alexandre buscando ente

canses, fue un dí

noche.– se despidió y sin decir

, Alteza.– d

.. ¿Q

errumpió guiñando un ojo, –S

hes, Lord.–

tación, dejando a Alice y

la noche pensando, y buscando respuestas a todas la p

no le informó al rey sobre todo lo ocurrido.–

odía ser verdad, se supone que Alexandre era un homb

de ser.

n una sonrisa.–Después de todo Lord Fon

¿Y ahora qué?, ¿estaría en deuda con Lord Fontaine?, se preguntó mentalmente,

todo bien.– le sugirió sentarse

o!, ¿Alice, no tienes orgullo o qué?, se volvió a preguntar,–No, por lo visto no.– respondió de nuevo en voz alta. María ya se estaba asustando. No era la primera vez que Alice sostenía una c

de que hablas exactamente?.– pr

algo, pero en ese mismo insta

escansar, ¿no lo

s lo mejor.–

.– habló Alice muy bajo, tan bajo que Ma

el trato, portarse con excelencia, y llevársela bien con Alexandre. Imaginar la cara de satisfacción que pondría

estaba segura de que ese hubiera sido el castigo; sin embargo, su orgullo no le permitía aceptar con agrado el

rincesa, y lo que miró fue sorprendente, Alice se enc

.– dijo Marí

an sobre su cara.–¿Me puedes ayudar con esto?.– Alice nunca había sido buena

. Guardó silencio por un momento mientras peinaba la larga cabellera

e sorprende tanto

esfuerzo para conseguirlo.– dijo con una sonrisa.–Estoy muy orgullosa de ti,

anoche no s

do.– dijo Mar

iempre tengo que

igues escapando de tu habitación.

sigues sorprendiendo.– respondió con tranquilidad,

cionante

sigas arriesgando tanto

hora debo hacerlo mucho m

ces, ahora debo hacerlo mucho

noces digo cosas sin pensar

estés metiendo

o de persona que gusta meterse en

ta meterte en problemas.

econozco que doy algunos problemas, pero nada grave. Ademas si no fuera una

do con la cabeza. Finalmente, ultimó d

o ir a buscar a Lord Fontaine.– A Maria se

que no querías ni siqu

claró la garganta,– Pero tengo u

¿verdad?.– Maria se puso

S

lo que hizo.–

quiero hacerle algunas pr

que te a

necesitar que vi

dijo María

er que Fontaine no le haya dicho nada sobre...– bajó la voz, temía que su padre estuviera vigil

?.– Preguntó María

des tengas oídos.–

do alrededor.–¡Oh!, ya lo entiend

te y yo iré hacer la mía.– M

mirada se dirigieron hacia direcciones opuestas. Alice hacia la habit

Alexandre dió un sobresalto cuando escuchó abrir la puerta, Había terminado de vesti

ombro, pero a la vez mo

aine, gracias por su sa

de esa forma, ¿Sabe lo que estaba haciendo?.– p

rada fuerte de Alexandre le dijo que no esper

abado de... olvídelo.– intentó controlar su furia,– Alteza,– dijo en un ton

ré de aquí, necesito hablar con usted.– dijo

erlo cuan

die escuche nuestra conversación.– Susurr

ensar que no tiene oídos en

que confía en u

uien se entera de que está aquí, en mi habitación?.– dijo él, dando la impresión, por su

ar con usted.– dijo en un tono relajado, que a él le sorprendía. ¿Cómo podía estar tan tranquila?, si alguie

puedo

estar aquí en su habitación?.– Él se limitó

el único adulto respo

n hace de mi una niña i

emás, tengo veintitrés y

iferencia de edad es muy

marcharía sin antes hablar con él, así que lo mejor era hacerlo rápido, ant

en una silla que estaba cerca y se pus

ucho,–

le dijo a mi padr

lida del bazar, si es e

correcto era

o él, pasado la m

izo lo correcto, Lord?.– p

se momento ni siquiera él sabía la razón por

bló Alexandre,–Usted

ella,–y usted no

que el cuello se le estiraba como si estuvieran

vidente de que si l

isión mu

e que haya sido sa

e es que no estoy en problemas, ¿no lo cree?.– dijo ell

ue le oculté una parte de la historia?.– preguntó é

pe. Será nuestro secreto, prometo no decírselo a nadie.– Alexandre la miró c

pensado cuando decidí encubrir lo que hizo.

que pensaba en m

ado unos surcos que le daban una expresión du

dijo él,– Ahora espero cumpla su p

a, la mirada más dura que había visto.– ¡ah, si!, esa parte

cuerde, Alteza.– di

a, y esa mirada fue como una daga filosa.–

que hemos

ta. Alexandre hizo una señal de silen

– preguntó,

lar con usted ahora mismo.– dijo un hombre, pa

aron congelados. ¡que Dio

un momento, estoy terminando

estaba haciendo antes de que ella invadiera su habitación

n su despacho.– dijo el hombr

ó.– dijo

cesa, mientras ella permanecía inmóvil,– voy a salir,– Susurró–usted espere unos mi

, estaba furioso, muy furioso por lo que Alice había hecho; pero estaba aún mas furioso con

abitación, la puerta volvió a sonar. El soni

guntó entre susurros. Alexandre tomó un respiro y abrió la pu

Bonnet.–

mucho, pe

Alice, detrá

enía sentido seguir fingiendo delante de él. Soltó un suspiro,–Vi al rey dirigirse a su despachó, luego a su mensajero hacia aquí, supuse que el rey lo había enviado

– Y No te preocupes, Él no se ha enterado de q

stá en problemas, aún.–

!.– dijo María u

l, saliendo de la habitación.–Tengan cuidado

debe estar pensado lo peor

a pensar en nada que no sea la razón por l

razón?.–preguntó Ma

Alice, sujeta

se haya dado

digas ni en broma.–Maria tragó saliva, de las

el despacho de

metido en un problema muy grande. Todavía había tiempo para escapar, ¿no?, pensó, miró alrededor, aún cuando estaba claro de que así no encontraría ninguna solución a su problema, ne

o real fue que el día, no se iba desarrollando de la mejor manera

r de buen humor, además no estaba solo en el salón. Estaban ahí su padre, su madre, la reina, el me

de toda su vida. No era que considerará al rey, a la reina, o a sus padres,

amente guardo silencio, casi siempre daba buen resultado, y en ese momento n

ente intentaba controlar la rabia,– Le

na reverencia.– caballeros.– saludo con un leve gesto, al mensajero y a los guardias.–Majestad,– se volvió hacia

siento por favor.– le dijo señala

aban todos reunidos, pero en sus pensamientos aún estaba

tivo de esta reunión?.– Alexa

e hablar.–

cupando, ¿Qué sucede?.–

e se asombró, pero a la vez se sintió aliviado, por un momento pensó que está en problemas

e o una mujer?.– preguntó para inte

y.– Le he pedido al general

a ciudad este tipo de cosas. Es decir, algunos, por no decir que la mayoría de los que ahí residen son

a a ese tema. Lo que el joven decía era verdad

adáveres.– Alexandre abrió los ojos asombrado por la cifra.–Según investigaciones del general Fraser, lo

tante extraño.

dijo Louis. Alexandre volv

lguna idea de lo

tido algunos pensamientos con el rey

or la han venido?.–

rmó mediante una carta lo que ocurría, así que qui

ó unos minutos en

muy inteligente, y audaz.– habló el r

rumpió con

su madre, se ve

interrumpir.– se di

s ninguna razón para p

y tratar de averiguar lo que sucede. Estoy seguro de que con su audacia lo conseguirá, además dudo mucho q

es, podríamos encargarle esa misión a un militar de la frontera, pero confío e

o único hijo a la boca del lobo sin tener l

preocuparte.– dijo Ale

lugar.– dijo angustiada,– mírate,– lo señaló,– hasta un c

dre

igió a la marquesa.–Lord Alexandre, usted tiene la ultima palabra. Yo, al igual que su padre confío en

gran angustia a su madre. Pero debía hacerlo, el rey y su padre confiaban en él, además desde qu

n le había puesto una mano sob

ar, y siempre estaré orgulloso de ti.– A

lexandre con gra

ue el rey había puesto en él, y s

do contener

nto en que lo cargo entre sus brazos, él se había convertido en su motor para vivir, él era su mayor alegría, y no es que no fuera feliz con

besó su mejilla. Se volvió hacia el rey.– Majestad, No lo defra

Obtenga su bonus en la App

Abrir