Una esposa para dos herederos millonarios

del sol que se cuela por la ventana de su habitación. Mira

imo —maldice levant

n el suelo, apenas entró al cuart

su armario. Como se imaginó, todas sus cosas siguen así mismo como las había dejado antes de viajar. Co

atando de ponerse un pantalón de Sport que ta

vo y baja a la planta baja a buscar a su

caleras, tira las rosas que tiene en la mano, corre y se tira a

. —¿A qué hora llegaste? ¿Por qué no

e lo previsto, mamá. Además

, hijo. Te extrañé tanto. —La madre de

. Los extrañé muc

consolada, dejando sorprendido a Gabriel. Aunque él ya sabe de la

mpre fue la más fuerte, la de la cabeza fría, la de las mejores soluciones

onfirma la gra

tado, mamá. Cuéntame todo l

nrisa que para nada le llega a los ojos, lo

ve. Su enfermedad está muy avanzada y el panora

a opinión? ¿Agotaron

varias veces

stemente. —Lo único que podemos hacer ahora es rogar

r o al menos eso era

su salud ha ido a declive rápidamente. Su esposa lo encontró tirado en el piso y

su nariz pa

uy corta, hijo, al menos que se le h

esa cirugía? —pregunta, aturdido —Las veces q

lágrimas en los ojos —No quería que dejaras tu vida para v

stras diferencias, yo tenía que

e su mano haciendo que la mire. —Él no sabe que

n no puede asimilar que su hijo haya vuelto. Las sacu

ía —Continúa, Mara. —Pensé que sería bueno que est

e se pierde, mamá. Todo saldr

a. Solo asiente

Eso debe servir para algo, ¿no?. Por lo menos p

ra que Lían esté entre los primeros en la lista. Aunque por la pr

hermano? ¿Está en la

vez en cuando para los controles o reuniones imp

re decir que a pesa

ecaído, son más los días en que está aparenteme

los que aparenta hacerse el fuerte, aunque se esté de

partido tantas cosas en la vida, aunque las elecciones que tomaron de ad

l profesor entiende perfectamente lo que sient

conversando, Mara llev

só, Gabriel? ¿Estás bien? —Se sobresalta cu

empo, mamá, pero todo está bien.

ro para mirar de cerca. —¿Dónde

y me hice esta herida sin querer —Gabriel hace u

¿Te encontrast

ción. —Gabriel no sabe por qué

—dice Mara restándole

en un susurro pensando en esa pe