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El Guerrero Formore

Capítulo 3 (Parte 3)

Palabras:3482    |    Actualizado en: 28/11/2023

de criados designados a los preparativos para el evento de aquella noche, vigilando que toda

alcance para poder observar a hurtadillas al Segundo General de la Roca, tal como se había enterado que ese

en especial para él. De esta forma, al juzgar por la expresión de seriedad y ese silencio hosco, que contrastaba con los demás presentes de su grupo, K

absoluto. Con cierto sabor de desaire, ella se hizo el propósito de hablar con él en la mínima opo

articipaba de estos. Llevaba la copa intacta en su mano y no dejaba de mirar airoso al estrado donde se encontraban los novios. Su mirada daba mie

lguien cerca de ella y todos le

rir derramar aquel vino tinto en la hierba del jardín de rosas en el que se encontraban reunidos. Kiara pudo notar con cierto temor,

de guerra ¿O quizás él solo le está d

rramase, significa simplemente desacuerdo, agravio. Preocupada por la posibilidad de que aquel acto iniciase un altercado, Kiara, buscó a Fionn con la mirada. Este, a su vez, hizo un gesto con la cabeza, como si quisiera que

la orden con rudeza una mujer morena de ojos ambarinos, toda ella llena de tatuajes y escarificaciones— ¡Vamos! Mueve e

todo el rostro. Aunque, al juzgar por los colores de su cabello, también se parecía a esas aves extrañas provenientes de “Más-Allá-de-Eireann

orazón aleteando en el pecho, no podía saber si esto era por la emoción de tener una oportunidad de volver a hablar

n un susurró. Su aliento olía a tabaco, el pasto de Nigromante, como solían llamar los druidas a eso que fumaban los hombres que comercializaban con las cosas traí

y oídos están puestos en lo que hablamos en este instante... Si, sé que te pidieron que m

ómo

brindis cesó, él se incorporó con completa naturalidad, como si nunca hubiese dicho absolutamente nada. Kiara lo vio mirarla a la cara con una sonrisa de satisfacción, re

luego agregar un brillo significativo en sus ojos claros —… pero ¿Me permite tomarme el atrevimiento de decirle qu

estaba una hermosa peineta con un lirio de plata adornando su roja cabellera. Esa misma, era uno de los tantos presentes que M

ro le habría fascinado y ahora mismo la llevaría ceñida a la faja, luciéndolo con gran orgullo — respondió, sintiendo un poco de vergüenza al tener que admitir y excusar la poca delicadeza femenina de su hermana menor—… Es una lástima, casi lo destruye junto con otras bellezas similar

r así. Suerte para ella que el formore no se daba cuenta o, si lo hacía, parecía que no le molestaba en absoluto. Por el contrario, al juzgar por la forma que tenía de responderle, bien parecía que disfrutaba de su compañía. Darse cu

iara, pero, por la cara de estreñimiento que lleva su pequeña hermana, yo ya me daba cuenta que, muy feliz por esto, no debía de estar. Y

n de la reunión. Cosa que a ella, le supo un gran alivio. Aunque sonara egoísta,

indagar en la razón del descontento general, sentía la necesidad de entender más de lo que ocurría a su alrededor. Pero se encontró con que

ello fuera algo de todos los días. Kiara sabía que para él, lo era, ya que la magia de la que hacía referencia solo era conocida y trabajada por los gigantes

nteando con cuidado las tallas de los pétalos finamente labrados. Sabía q

por cincuenta elfos o cien guerreros humanos. Mientras que uno dotado de un buen nivel podía llegar a valer cinco mil elfos o incluso aún

cies rocosas creando figuras que ellos llamaban "Centinelas de la Roca", estas estatuas

nte, lo acosó con mil y un preguntas al respecto de todo ese asunto. Preguntas que, con una agradable sonrisa en los labios y un brillo divertido en sus ojos de

lera, exclamaba animosamente a espaldas de Kiara y Guillum.— ¡Si es mi querido y pequeño amigo Guijarro pasándosela de lo más bien con una dulce y hermosa doncella en una reunión llena de gente!... en fin. Veo que haz crecido un po

olo por el principal título honorífico de ser su “tío paterno”. Sin embargo, sabía que él era uno de los principales nigromantes que comerciaban

Según Ginny, no hay posibilidades de que crezca más de lo que ya me viste anteriormente. Así que deja de decirme eso, hombre. Debo admitir que tengo la vaga impresión que llegará el día en que luzcas blanca cabellera y seguirás insinuando que he crecido. Ya estoy resignado con ese tema ¿Vale? No qui

ró un cierto ambiente de tensión en los tuathas con los que estaba hablando. Algo ocurría o ocurriría, lo presentía muy bien. De igual f

n un idioma que Kiara creyó que era uno de esos tantos dialectos de “Más-allá-de-Eireann”, quizás fuera ese al que llamaban "caló", pero no lo sabía realmente, ni siquiera ent

aba un poco para poder estar a su altura y escuchar mejor lo que le susurraba aquel viejo nigroman

e desinterés e incorporándose de nuevo, agregó con un brillo malicioso en su ojos:—… Aunque, pensándolo bien, puede que me convenga hacer eso de l

abía hecho ni pizca de gracia. Y así se lo hizo saber, clavando sus ojos

o, déjame advertirte una sola cosa, maldito Guijarro: Atrévete a hacerlo , te juro que te buscaré y te colgaré por la

palabras de Guillum que fueron el causal de aquel extraño altercado. Sin embargo, pareció ser que tampoco era de especial importancia,

remonias. En fin, nos vemos, mi pequeña niña, espero que esta noche te sea leve y sé una buena niña, pórtate bien y no te apartes de ese tal Guillum. Ya te pidieron que lo vigiles, pero déjame explicarte mejor lo que ocurre. Veras… a veces, él, puede ser un jov

eba la paciencia de todos en el clan O'Briam. No entendía lo que ocurría realmente, sin embargo, tampoco era como si se quisiera apartar de ese semigigante, la únic

fin se movía del lugar y eran conducidos con amabilidad por algunos criados solícitos has

n él...— Replicó con burlona actitud de humildad, como un niño que fingía estar arrepentido de la travesura en la que se había visto descubierto pero sus ojos lo delataban.— Además, ya oíste a tu tío, tienes que vigilarme bien... es que, es verdad lo que t

ras. Como una promesa un tanto peligrosa, pero que, a la vez, resultaba ser igual de atrapante. O al menos,

brindaba. Para no decir nada al respecto, porque en realidad no sabía qué responder a eso, prefirió sonreírle , toda in

otra vez de inocente agregó:— Oye, por cierto ¿Qué te pidió mi tío hace un rato? ¿y en qué dialecto hablaban? Creo haberlo escu

ignorando la aclaración sobre los idiomas. Observó ca

ser sincero, nunca recuerdo los nombres de los dialectos de “Más-allá-de-Eireann”, solo

ectamente a la cara, se encontró con que él también la observaba. Pero su gesto era más significativo. Posando enigmáticamente un

hablar de muchas cosas como esas en ese momento. Además, quizás, ya habría sobrada

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