La Esposa trofeo del CEO
ni por todo el dinero del mundo. Mentir no se le daba demasiado bien. Se quedó encerrada una semana e
algunas bosas de compras que había pagado con sus ahorros que disminuían cada vez más deprisa intentaba buscar una solución a su problema. -Tal vez pueda abrir una floristería. –"No, para eso
s... y no dispone
oven, estaba sana, tenía determinación y mucho coraje. Podría
rmenza Giordano también era algo bueno. No quería volver a ver a la señora
ados la seguía y cuando ya iba a su altura se detuvo y no le permitió cruzar la calle. Al ver la ven
ño. Bianca rodó los ojos regañándose por haberla invocado con el pensamiento. No tenía sentido luchar o correr porque a don
l chófer siguió conduciendo y Carmenza miró a Bianca. -Quiero saber en qu
idió que me fuera. -dijo en una mentira que hi
cumento legal? Te puedo demandar, Bianca. Yo sé que Nath
á interesa
cigarrillo. -¿entonces por qué te busca? Tengo que admitir que a
s cie
el cigarro en un cenicero dentro del auto y la miró de nuevo. -Esta tarde hay otro evento y sé que Nathaniel estará ahí, irás. Te cambiarás esa ropa de pordiosera
llo recogido en un estilo "old money" y usando un collar de perlas, Bianca estaba entre los invitados del premio a "Hombre del año". Bebió un poco de la copa de champagne y comió algunos canapés para controlar sus nervios. -Dios, que no venga. -trató de mezclarse en el gentío y ver las obras de arte expuestas en las paredes de la mansión antes de que
ocupe seño
za la había puesto en el radar de todos los presentes. Dio la espalda a la entrada y trató de alej
scapar no
algunos invitados y se
cudía la camisa, aunque esta ya se había transparentado debido al líquido, se cub
la de alivio y deseo, había pasado la semana entera totalmente desesperado por saber si era real la m
tu torpeza, Rose? Discúlp
hablar con el anfitrión. Quería irse, pero Nathaniel ya había
O sí? -Nathaniel se acercó y sonrió a su anfitrión. Bianca se quedó inmóvil
ccidente, vamos a apartarnos para que puedan
el salón. Le faltaba aire, mientras las mucamas limpiaban su desorden, Nathaniel se la llevaba del lugar del a
dujo dentro. Todo estaba lleno de libros y u
recon
memoria, Celeste. Y tú eres memorable, aunqu
respiró calmándose
uedar. Me prometiste u
eso era lo que podía ofr
or
o. No soy como las mujeres que estás acost
ella sintió de nuevo la tensión entre ambos. -Me dejaste desesperado por ti. -Subió las manos hasta su cabello y s
se aceleraba y sus mejillas rojas seguro
fícil que ere
que su suegra le había dicho. Pero al verlo asentir se sin
s, en todas las cosas que deseo hacert
costumbrado a que te dejen de lad
un
cido, me he ido porque tenía que hacerl
ncontrar que le gustaba ser besada por él. Arqueó su cuerpo y él la apretó más contra sí mismo. Los senos de ella se pegaron al pecho de él y el roce la provocó al instante
l la dejó en el suelo y se separó de la mujer mirándola como un lobo hambriento. Abrió la
rrió algo inespera
rdene,
a miró. -Nos vamos. No he deseado a ni
abio y suspiró. -Te
te vienes conmigo. No volveré a