EL INFIERNO DE LA MAFIA
rse irritado por la impaciencia–. Pero él sabe algo, él debe saber quién lo hizo. Así que lo contacté para que se viera conmigo esta noche en una carretera cerrada. Él piensa que n
án sonrió con sus todos sus dientes
de tu madre –Elián agitó su mano en el aire mientras desviaba su mirada y la perdía en algún punto de la ventana del avión. Lucía nervioso, acomoda
bueno. Lástima que, tantos años habían hecho que él no supiese como sentir estas emociones y solamente supiese
an no dijo nada para despedirse de su tío ni siquiera le dirigió una mirada, si
rente donde un auto con los faros encendidos les bloqueaba el camino. Aquello era la ubicación que su tío le había confiad
y pies pequeños que hacía honor a su nombre. Egan se bajó un segun
romper el silencio a unos
que tu tío tiene u
a de él. La lluvia de balas empezó un segundo después: los francotiradores escondidos en las montañas a los alrededores de aquella noche fresca dispararon una rá
n se acercara y lo enfrentara. Egan era al menos treinta centímetros más alto que él, y c
a, harás exactamente lo que te pida o la siguiente bal
u mentón y enfrentó con su mirada a Ega
mano en quince segundos. –Dijo Egan extendiendo la palm
ervioso. – No lo
vitando a toda costa pisar o mirar los cuerpos en el suelo. Macallan sacó de entre las cajas unos minutos después un sobre grueso y lleno de páginas, su frente sudando del esfuerzo. Egan dejó que Argus lo tomara y comenzara a inspeccionar su contenido–. Bien hecho, ¿ves que puedes
. – Fue hace décadas, y yo en reali
leto. Metió el cañón de su pistola hasta la garganta del hombre y éste comenzó a hacer sonidos guturales, pero Egan no se detuvo ni siq
tener a Egan fue la m
que contenía el sobre–. Solamente hay unos documentos de adopción de
istola en la garganta de Macallan a
eso es lo único que tomé de tu tío! Pensé que eran unos plan
unció s
aró–. Vacía todo lo que tenga e
mpapaban el pálido rostro de Macallan–.
ente lo había mandado a buscar. Pero no se esperó que cuando Macallan girara de nuevo su cuerp
hermoso y casi tan joven como la última vez que la vio. Él creía que ya había olvidado cómo era realmente su voz, pero cuando l
Caruso,
osa?, su acento es también
Katya, señor. ¿