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Prisionera de Amor

Capítulo 4 Capitulo 4

Palabras:1722    |    Actualizado en: 25/05/2023

de embarazo que se negaba a ver. Las cosas no habían estado bien en el último tiempo, cómo ella lo había predicho antes de sali

inieron las náuseas en la mañana, primero se las achacó a las copiosas cenas, ya que su apetito había incrementado, pero cuando los sen

ble. Suspiro y se acercó al lavabo, miro la prueba y vio lo que ya sabía, estaba embarazada

itaba hacer algo. En los últimos dos meses su cabeza había estado echa un lío, desde el encuentro con Lilly Jones nada había vuelto a ser igu

ajando para poder mantenerlo, su madre hizo lo que pudo y terminó dando su vida en ello. Recordaba las luces rojas de una habitación, el olor a cigarrillo y una cortina brillosa, también recordaba los ruidos que salían de la habitación, su madre trabajaba limpiando una casa de mala re

onocían no sabían de su pasado, o de su crianza , solo conocían a the Gentleman, un personaje que él había creado para ser respetado, pero en los barrios bajos de París, sí que lo conocían, le temían. Todo lo que había vivido lo llevo a ser quien era un sin vergüenza bastardo, que no sen

s, haciendo diversas actividades que no podían llamarse legales, la primera de ella fue comprar el burdel en donde murió su madre, y convertirlo en una casa de citas de primer

r tan lejos con ella, no pretendía terminar en la cama, y mucho menos cobrarle con favores sexuales el dinero que ella le había robado; Además estaba la cuestión de que la muchacha era virgen, y él se había aprovechado de ella. Apenas salió del hotel fue a ver a Michelle, tuvo la necesidad

e nada irse, recordaba a Lilly a diario, y esa era la razón de

lguien en recepción

hoy no recibir

a que había estado tres semanas de viaje, se llamaba Charlotte y era

Bonnet, pero in

siento de humor

hice

uridad, no quiero vol

e rehúsa a irse. Dice que se llama Li

fiante; quería volver a verla, observar su rostro felino, sus enormes ojos turquesa que lo miraban con asombro. Sabía que era debilidad, el deseo que sentía por ella

que

tura, estaba diseñada para usar falda, con unas piernas tan largas, y siendo tan esbelta, era un cri

as

iendo a una muchacha que más que una mujer, parecía una quinceañera, llevaba zapatillas estilo converse, jeans que le llegaban a los tobillos, y una remera con rayas de colores, su cabello estaba peinado con pequeñas trenzas que le rodeaban la coronilla y que se sujetaban con hebillas de colores; su rostro no tenía nada

evidente que había sido un papel que ella interpretó; lejos de hacer que se sintiera mejor, se sintió más culpable, había mancillado a una chica que apenas si podía llamarse una mujer, aunque tuviera la figura de una, se sujeto el tabique de la nariz con ambos dedos, y ejerciendo presión, cerro los

hacha. Tengo poco tiempo, así que más vale que hables de una v

da, no lograría espa

nnet, no he venido bu

cuchar su cálida voz, aquel tono que él no podía olvidar. A pesar de que a

las mujeres que me persiguen y que no son c

, no estoy aquí por placer, y te diré cuál es mi deseo: no verte nunca más

con desdén hacia su persona lo llenaron de rabia, quién s

palabras, pueden ser las últimas que uses en libertad; no te olvides que ten

en mis manos. Puesto que señor Bonne

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