Corazón de cristal
a a conseguir el dinero para las medicinas y la operación. Eran demasiadas las cosas que ella tenía en su cabeza, sinceramente no pensaba con claridad, p
alma de hija y que avivó un fuerte sentimiento de responsabilidad. Tenía miedo de sentirse abandonada y sola. Justo en ese momento, en la soledad de su habitación,
cruzó de brazos al ver
aite -Algunas lágrimas salieron
abrazó, acariciándole el cabello-. ¿Sandra o Ge
uían saliendo. Cecilia sorbe y sigue hablando-. Es la vida
e no entendía nada de
mamá está enferma y s
? -Maite comenzó agitarse y a
si no es operada, su corazón dejara d
ela-. Tu mamá va a estar bien, ya verás. Yo te prometo, que se va a
realidad, Maite si tenía algo en mente. Era una solución a los problemas de Cecilia y su madre.
.
jo y al terminar, sonrió y entornó los ojos. Germán, hacía algo de ejercicio, se tomaba algunas fotos y las posteaba en su cuenta de Instagram. Cecilia, se encontraba ahogada en dolor en su habitación, pensando en su madre, no hacía otra cosa q
erada, una amarga visita para Cecilia, pero q
Esteban, quién en su despacho, se encontraba algo estresado... El pobre hombre pens
ntos, lo hacían sentirse orgulloso de él. Sabía perfectamente que Gustavo no le cumpliría sus peticiones ni su sueño de verlo casado y con hijos, pero al menos a Esteban, le quedaba el consuelo de que tenía otro hijo. Ivan, quién
aite, al tocar
-Le dijo
spacho con la taza en la mano-. Aquí
lgo cansado tomó la taza y
preguntó Maite, notó el
ite-. Llevas muchos años trabajando aquí y para mí,
-Maite
significaba cansancio y dolor. Sus ojos se llenaron de l
ía creer lo que había escuchado. Estaba golpead
enga hijos? -No podía aguantar las ganas de llorar-, quiero ver a mi hijo casado y con su propia familia antes de que muera -E
ó, para consolarlo-. Usted es fuerte, podrá salir de esta. C
hacer. El cáncer día a día est
antes -Maite pensó y calló antes de se
Sorbe y la mira fijo a lo
dió nerviosa y caminó hacia otro lado-. Eso,
miraba dudoso, sentía que
mas-. Veré qué todo marche bien en la
tadora, una cabellera espectacular y unos ojos radiantes; simplemente, Romina Soler, era la mujer que todo hombre desea tener
ién estaba bajando las escaleras. Se acercó
. ¿Cómo estás
. Supongo que vienes a ver a Gu
supongo que no está en la casa -Le
inaba por la sala, directo a la cocina-. Está e
sonríe y camina dire
ó a mirar a Cecilia y, era como lo pensó. La chica tenía una mirada triste, de decepci
ndra se sentó en un sofá, sonriendo de satisfacción. Pensaba