Alexander Pov.
Camine por hacia la cómoda donde se encontraba mis mejores reserva de whisky, en la penumbra de la noche y soledad se escuchaba el sonido de mis zapatos contra las losetas del suelo. Tome una copa de cristal saqué mi botella de Dalmore Selena de cincuenta y ocho años de edad. Solo existen treinta botellas de este whisky en el mundo, y yo tenia una de esa treinta 18.300 € costaba me había costado esta botella. Un precio que volvería a pagar encantado pues el sabor y aroma de este whisky era único. Era una mezcla entre: Lima, mandarina y pomelo con toques de bergamota mezclada con mermelada de ciruela, añejado en jerez de Matusalem, jengibre y especias, todo ello combinado para cautivar los sentidos. Tome un sorbo de la copa pero ahora el whiskey que tanto llegué a disfrutar no me satisfacía, pero aun así no dejaba de ser lujo y glamouroso como todo en mi vida.
Me senté con la copa en mano en silla de mi despacho y rescoste la espalda. Tomé otro sorbo y esperando que el efecto del alcohol pronto surgiera efecto y me llevase al sueño. Para no continuar contemplando el vacío que me rodeaba. Pero no podía evitar que la soledad me hiciera pensar en mi vida, en la vida que había llevado siempre.
¿Quien había sido yo?, casi sonreir por la ironía. ¿Quién era yo? la pregunta está ofendida. ¡Yo era Alexander R. Harrison Wright! Un canalla, ególatra, egoísta, ambicioso cuyo dinero vale mas que mi persona. Siempre he sido un canalla y no me arrepiento de serlo. He mentido, engañado y manipulado a mi antojo sin que me importaran las consecuencias. He destruido los sueños y reputaciones de otros, he traicionado a los que me han sido leales, he provocado dolor a aquellos que quisieron ayudarme. He jugado con las esperanzas de quienes pensaron que podían cambiar lo que soy.
Pero ahora todo es diferente...todo es diferente cuando tenemos la presencia de la muerte tan cerca. Y te das cuenta que has vivido una vida llena de frivolidades y de cosas sin en el menor valor. Te das cuenta de que está completamente solo en este mundo. Y que cuando mueras en tu funeral ninguna lágrima será verdaderamente genuina.
―Solo―pronuncie, y bebí nuevamente otro sorbo del whisky―estoy completamente solo.
Esa era mi realidad. Estaba solo en este mundo, no tenia familia, no tenia amigos, no tengo novia, ni siquiera un heredero al que dejarle toda mi fortuna. Y donar todo mi dinero a obras de beneficencias para que el gobierno se lo envolver no me daba la gana. No, no y no algo haría pero no esperaría que la muerte me llevase sin haber enmendado mi vida. O me dejaría de llamar Alexander Richard Harrison Wright.
**** **** ****