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Quien pensaría que a mis 30 años me convertiría en modelo y lo más asombroso de todo, de vestidos de novia. Me observo en el espejo por última vez, mientras la maquillista termina de aplicarme un labial nude que va acorde con mi maquillaje natural, esta me lanza una breve sonrisa y sé que ha terminado con su trabajo.
Comienzo a recordar cómo fue que empecé con todo esto, hace meses, mientras me encontraba trabajando como mesera en el negocio familiar, entro Johny, mi jefe con una chica hermosa y un cuerpo espectacular, los ojos de todos inmediatamente se posaron en esa pareja, quienes pidieron unas bebidas y algo de comer, él por su parte no apartaba su mirada de mí, con miedo a que la chica me culpase por estar observando a su novio más de la cuenta, decidí tomar mi hora de comida y emprender la huida, lo que menos necesitaba era un escándalo y menos en un centro comercial donde miles de personas te pueden grabar y hacerte famosa en las redes con sus ridículos hashtags.
Cuando regrese, por suerte ellos ya no se encontraban en el lugar, sin embargo, casi me da un pequeño infarto cuando por la noche, al cerrar el local, Johny se acercó a mí y me abordo diciéndome que tenía una agencia de modelos y le gustaría hacerme unas pruebas, tome la tarjeta que me ofrecía y le asegure que lo pensaría, aunque para ser franca, no tenía intención de hacerlo, me daba miedo que se tratase de algo malo como tráfico de personas, algo muy habitual en cualquier país.
Los días pasaron y me olvidé por completo tanto de Johny como de la dichosa tarjeta, al punto que su aparición me tomo por sorpresa, me miraba con el ceño levemente fruncido, me acerque a atenderlo y cuando estaba por marcharme me insistió en acudir a unas pruebas, me mostro algunas revistas de los eventos en los cuales participaban y haciendo de tripas corazón me arme de valor y acudí a la dichosa prueba.
Al llegar a su empresa me di cuenta de que no era tan pequeña como lo había imaginado, muchas personas iban y venían, así como varias chicas espectaculares se paseaban por todo el lugar, por lo cual a su lado me sentía insignificante, ¿qué vio Johny en mí como para considerarme ser modelo? Llegamos al estudio y varias personas comenzaron a revolotear alrededor de mi acompañante, éste les explico que deseaba que me hicieran unas cuantas fotos, algunos no estaban del todo convencidos, pero como dicen donde manda capitán no gobierna marinero y tuvieron que acceder.
Me maquillaron y me dieron un hermoso vestido de novia con aplicaciones en encaje, bastante ajustado para mi gusto, pero quien me manda aceptar esta locura; una vez afuera me pidieron que comenzara a posar y que olvidase que alguien estaba tomándome fotos, fácil decirlo, pero difícil llevarlo a cabo.
Me encontraba tan nerviosa, que tuvieron que hacer varias fotos, me desesperé por completo, hasta que le dije a Johny que eso no era para mí y que había sido una tontería de mi parte aceptar algo así, estaba por salir del set, cuando este me tomo por la cintura y me susurro que solo lo mirase a él, hice lo que me pedía y de un momento a otro me encontraba riéndome por todos los disparates que me contaba en ese instante, sin darme cuenta de que con cada movimiento suyo hacíamos una pose diferente.
Cuando terminaron de tomar las fotos, todos lo felicitaban por lograr que me calmase y conseguir unas excelentes tomas. Me quedé con la boca abierta, la verdad es que parecía que en verdad estaba disfrutando el momento, me ofrecieron firmar con ellos y ahora me encuentro aquí muerta de nervios y con el estómago revuelto.
—Gracias Alice —le digo al ponerme de pie.
Tomo un pañuelo y seco mis manos, es la primera vez que estaré frente a cientos de personas y temo que mis nervios me traicionen, mi mejor amiga me recomendó que para que los nervios no me ganasen debía imaginar a todos en ropa interior, al instante esbozo una sonrisa e intento apartar esa imagen de mi mente, no quiero salir y comenzar a reír como loca ante un evento de tal magnitud, eso sería catastrófico.
—¡Tú puedes Chantal! —me anima Alice antes de salir y continuar con su trabajo con alguna otra modelo.
—Es tu turno Chantal —me informa Johny.
Salgo detrás de él y lanzo un último suspiro antes de comenzar con el desfile. En cuanto pongo un pie en él, cientos de flashes no se hacen esperar, trato de mantener una cara neutra, que no denote mi nerviosismo y me concentro en hacer todo lo que los fotógrafos me enseñaron en este corto tiempo; según ellos tengo un talento natural para esto, cuando los escuche decir eso les puse los ojos en blanco, siempre me he sentido que no soy fotogénica y que no tengo gracia, además, de que creo que solo lo dicen por complacer a mi jefe, pero si ellos insisten tendré que creerles.
Doy un paso seguido de otro y me siento más segura al recordar que Johny confía en mí, cuando por fin termino de desfilar y veo la enorme sonrisa en el rostro de mi jefe, sé que no lo he defraudado por lo que no dudo en responder con una sonrisa casi igual a la suya.
—Te lo dije, eres la mejor. Me arrepiento de no haberte encontrado antes Chantal, anda ve al camerino para que te cambies, debemos de regresar al hotel para que descanses, recuerda que mañana tendrás que modelar otros vestidos —me apremia y cuando entro al camerino, me encuentro con mis compañeras, de más está decir que ellas son más jóvenes que yo y que no les agrada mi presencia aquí, en más de una ocasión las he escuchado decir que soy demasiado vieja para hacer esto, incluso algunas se preguntan si ya me he metido a la cama con mi jefe y por eso él me tiene tantas consideraciones.
En cuanto se percatan de mi presencia se callan de golpe, pero sus miradas me incomodan, detrás de mí entra Alice y me ayuda a bajar la cremallera de mi vestido, mientras me susurra que las ignore, cuando al fin estoy con mi ropa habitual salgo sin despedirme de ellas, total sé que las tendré que ver en la camioneta que nos llevará de regreso al hotel.
Cuando la camioneta llega por nosotras, soy la primera en subir, me pongo mis audífonos y las ignoró tanto como puedo, por suerte el viaje no es tan largo y cuando llegamos a nuestro destino subo rápido hasta mi habitación, ya ahí tomó un relajante baño, elijo una pijama de dos piezas y comienzo a secar un poco mi cabello.
Observo a mi alrededor y la verdad es que la habitación que Johny eligió para mí es muy linda, no tengo que compartirla con ninguna de las chicas y eso se lo agradezco, estoy pensando en ello cuando unos ligeros golpes en mi puerta me sacan de mis pensamientos.
—¡Soy Johny! —exclama antes de que pregunte quien es.
Abro un poco la puerta y ahí está mi joven jefe esperando con un pequeño maletín en su mano, él también ya ha tomado una ducha, su cabello aún está húmedo y lleva un pantalón chándal y una playera que se ajusta a su musculoso cuerpo.
—¡Adelante! —Abro por completo la puerta y me hago a un lado—. ¿Necesitas algo? —pregunto confundida por su visita a estas horas.
—Si, te he traído unos videos, es importante que los veas. Es sobre algunos desfiles que se han tenido otros años, te servirán de mucho —se explica a la pregunta que no he formulado.
Nos dirigimos a la pequeña salita de la habitación y espero a que él encienda su portátil, en cuanto me lo entrega me siento en la alfombra cerca de la mesita y comienzo a ver todos los videos que menciono.
—Esto es fabuloso, gracias, Johny —comento después de al menos una hora en la que los dos hemos permanecido en silencio, él en su celular y yo viendo los videos.
Estiró mi mano y palmeo su pierna o bueno eso creí, giro mi rostro y veo que se ha puesto un poco rígido, bajo mi mirada lentamente y me doy cuenta del error que he cometido, no estoy palmeando su pierna, es su entrepierna y para ser más exacta siento como su miembro comienza a cobrar vida, por lo que apartó mi mano como si su toque me quemase.
—Yo… p-perdón… lo lamento, no era mi intención —me disculpo y siento como mis mejillas se tornan carmesí ante la idiotez que acabo de cometer.
Él no comenta nada, desvía la mirada y vuelve a observar su móvil. Hago lo mismo y por más que intentó concentrarme no funciona, termino de ver los videos y apagó su portátil, sin mirarlo en ningún momento.
—Gracias Johny, será mejor que te vayas, debemos descansar para mañana. —Intento sonreír, pero esta desaparece al ver el semblante de mi jefe, su mirada se ha ensombrecido y no se parece en nada al sonriente Johny que conozco.
Trato de pasar por su lado para ir a abrirle la puerta, pero este toma mi mano, me jala y provoca que caiga sentada sobre sus piernas.
—¿Q-qué haces? —inquiero e intento levantarme, sin embargo, sus brazos se aferran a mi cintura frenando mi intento de huida, me carga lo suficiente para que mis piernas queden una a cada lado de las suyas.
—¿No ves lo que provocas en mí? —susurra sobre mi cuello desnudo, el cual comienza a besar lentamente hasta que siento como su húmeda lengua traza el mismo trayecto que sus labios hace unos instantes, sin poder evitarlo, lanzó un jadeo.
—Esto no está bien, Johny. —Intento levantarme de nuevo, pero lo único que consigo es frotarme más contra su cuerpo, vuelvo a lanzar un jadeo más fuerte que el anterior, cuando siento como su miembro se clava contra mi intimidad.
—¿Por qué no? —inquiere acercándome más a su cuerpo.
Johny cuela sus manos debajo de la blusa de mi pijama y en cuestión de segundos ésta desaparece, dejándome solo con mi sostén negro, desvío mi mirada para no ver su rostro, la verdad es que mis senos siempre me han causado cierta inseguridad, los siento muy pequeños en comparación al resto de mi cuerpo, me ejercito todos los días y tengo curvas en ciertos lugares, pero mis senos parecen unos pequeños limones, no como los de mis compañeras que parecen enormes melones.
Johny toma mi rostro con una mano y lo gira delicadamente para que lo observe, sus ojos muestran tal deseo que poco a poco mis nervios se calman, luego trago fuerte ante lo que hace, baja sus labios hasta el nacimiento de mis senos y comienza a besarlos.