El infierno comienza desde la oscuridad, cuando lo usé como excusa para escapar de las ganas que tenía de hacerte mío.
En las apacibles afueras de Londres se encuentra el pintoresco pueblo de Hambledon, una joya escondida que transporta a sus visitantes a un mundo encantador y sereno. Rodeado de exuberantes campos verdes y arboladas colinas, este rincón tranquilo es un refugio idílico para aquellos que buscan escapar del bullicio urbano. Las calles empedradas de Hambledon están bordeadas por encantadoras casas de estilo inglés, con fachadas de ladrillo y rosales trepadores que añaden un toque de color y fragancia a la atmósfera. A medida que paseas por el pueblo, te envuelve la sensación acogedora de una comunidad unida, donde los lugareños te saludan con sonrisas cálidas y amables. El corazón del pueblo alberga una plaza central con un mercado semanal, donde los agricultores locales exhiben sus productos frescos y artesanos talentosos ofrecen sus creaciones. Los cafés y pubs tradicionales que rodean la plaza son lugares perfectos para relajarse y disfrutar de una taza de té caliente o una pinta de cerveza artesanal. Los alrededores de Hambledon ofrecen numerosos senderos para explorar la naturaleza circundante. Un paseo por los bosques frondosos revela la rica biodiversidad de la región, con aves cantoras y riachuelos serpenteantes que crean un paisaje tranquilo y rejuvenecedor. En primavera, los campos cercanos se tiñen de colores vibrantes con la floración de las flores silvestres, mientras que en otoño el paisaje se transforma en una paleta de tonos cálidos y dorados. Con su encanto histórico, la iglesia parroquial de Hambledon se yergue majestuosamente, ofreciendo una visión de la rica herencia del pueblo. Los eventos comunitarios, desde festivales locales hasta ferias artesanales, refuerzan el sentido de identidad y conexión entre los habitantes.Hambledon, con su combinación única de belleza natural, arquitectura tradicional y comunidad acogedora, se presenta como un retiro idílico para aquellos que buscan una pausa serena en las afueras de la bulliciosa Londres. En este escenario pintoresco y la proximidad de las dos pasiones a punto de estallar, establece un ambiente propicio para el inicio de una historia entre dos personas, que causará una vuelta como tal infierno entre cuatro paredes.
Solo quiero joder contigo, solo contigo…..
Una chica morena, de físico esbelto y tonificado resalta de manera perfecta mientras viste de forma informal, pero atrayente, desplazándose con gracia en un Cadillac rojo, llevando unas gafas que emulan los ojos de un gato sobre sus intensos ojos negros. Su rostro, simétrico y hermoso, está al natural, resaltando el brillo rojizo del labial en sus labios gruesos y perfilados. Sus tatuajes que adornan sus brazos, cuello y pecho, se notan de forma perfecta mientras los rayos del sol dan hacia toda su piel, acaparando desde la lejanía rápida, la atención. La voz de Ty Dolla — Or Nah — Cuya canción es su favorita, llena el espacio del auto mientras avanza por una serpenteante carretera, rodeada de árboles cuyas ramas se entrelazan formando un dosel natural sobre la ruta. Flores a ambos lados de la carretera dan un toque de color al viaje.
Tengo mucho dinero (Mustard on that beat ho)
No me importa gastarlo, sí
Voy a fumarme este porro y luego te voy a complacer
Estaría mintiendo si dijera que no eres el indicado
Todos estos tatuajes en mi piel te encienden
Mucho fumar, beber, eso es lo mío
Escuché que no eres del tipo que se lleva a casa para presentar a mamá
¿Vamos a tener sexo cuando salgamos del club o no?
No estoy gastando dinero por nada, quiero verte desnudarte
Voy a destapar esta botella, ¿me vas a dar placer oral o no?
Escuché que eres del barrio, ¿lo representas o no?
Tienes mucho bulto, ¿vas a moverlo o no?
Escuché que fumas blunts, ¿te gustan los aviones de papel o no?
Me siento como Tony, ¿tú eres mi jefe? Creo que no
El mundo entero lo tomo...
Mientras tarareaba la melodía de fondo, imbuido por la misma pasión oscura que envolvía la versión original, llegó finalmente a la Urbanización conocida como Hill's. Este apacible rincón se hallaba a una breve distancia, apenas quince minutos de trayecto que separaban la bulliciosa realidad del día a día. Detalló con atención los árboles de membrillo que flanqueaban las serpenteantes calles de la urbanización. De repente, se detuvo, fijando la mirada en la pequeña fotografía que rescató de su bolsillo trasero de los jeans. Necesitaba asegurarse por completo de que estaba de pie frente a la casa que tanto había explorado en línea.
La vivienda, de estilo cuádruple, exudaba encanto. Sus detalles arquitectónicos destacaban, reflejando a la perfección la magia inherente al lugar.
La mujer de piel morena, adornada con tatuajes que contaban historias aún por desvelar, descendió del automóvil con maletas en ambas manos, avanzando decidida hacia la entrada. Al llegar, dejó escapar un suspiro antes de pulsar el timbre. Como por arte de magia, una dama de tez blanca, cabellos castaños salpicados de canas, y en la plenitud de la mediana edad, surgió con una sonrisa auténtica, abriendo la puerta con un reconocimiento instantáneo hacia la mujer que, apenas un mes atrás, le había consultado sobre la propiedad en alquiler.
— ¡Bianca! ¡Qué alegría verte! — Exclamó la mujer, incapaz de contenerse mientras envolvía a la recién llegada en un abrazo efusivo.
— Hola, Amanda. — Respondió Bianca, devolviendo el abrazo de manera inesperada pero no menos cálida.
— ¿Cómo te fue?
— El viaje fue increíble; la carretera se despliega como una serpiente breve, pero maravillosa. — Comentó mientras observaba como Amanda, sin esfuerzo aparente a pesar del peso, tomaba ambas maletas y las llevaba hacia los adentros de la imponente casa de estilo victoriano, preciso, a la sala principal.
— La carretera puede volverse una locura a veces. — Rio brevemente. — Pero bueno, ¿cómo ha sido el viaje?
— Excelente, he tenido la oportunidad de explorar un poco el lugar. — Respondió Bianca con sinceridad, obteniendo una sonrisa afirmativa de Amanda.