Las manos seguían temblando. Pasé tres horas en el baño, me miré al espejo.
—Señora Salomé, la cena está lista.
—Gracias, Tabata.
Canela, mi bella perra ingresó a la habitación. Una vez sola a la imagen de esa mujer vulnerable la envié al baúl del olvido. Él ya está preso y no volverá a maltratarte, no volverás a visitarlo. Dejarás que la ley caiga sobre él, nunca más volverás a la cárcel a verlo. Sigue en tu papel.
—Eres fuerte.
No tenía hambre, sin embargo, me obligué a comer. Canela parecía sentir mi vulnerabilidad. Nunca más vuelvas a pensar en Orlando, es tu esposo y en unos días te divorciarás. Mi portátil empezó a sonar, eran mensajes de ellos. Pero no estaba para contestar. No hoy, aún no estaba lista para demostrarle al mundo lo que acababa de decirme frente al espejo.
Debía asimilarlo. Los intentos de recuerdos los borré automáticamente, no pienses, no lo hagas. —sonó mi celular. Eran mis amigas, una videollamada al WhatsApp.
—Hola.
—¿Estás muy ocupada? Nos están llamando, en especial a ti.
—Me estaba bañando.
—¿Fuiste a la cárcel hoy? —preguntó Amira.
—Cada una tenía que ir, nuestros esposos nos mandaron a llamar.
—Salomé…
—¿Qué pasa Lía Luz?
—¿No has leído los mensajes? —ahora era Onely la que me miraba.
—¿Debo saber algo?
—No demoran en buscarnos.
Tocaron a la puerta. Ya me estaba asustando, era muy tarde para tocar a la puerta. Tabata fue a abrir.
—Chicas me están asustando.
—Se nos complicó todo.
—¡Hija! —Mi padre llegó en pantuflas y su pijama debajo de una gabardina elegante.
—¡Papá!
—El abogado ya viene para acá. Hablas con las muchachas.
—Buenas noches, señor Francisco.
—Lamento verlas de este modo. Los abogados de ustedes también deben unirse al mío.
—Tendremos que viajar a primera hora, cada uno se encuentra en las ciudades donde tenían recluido a nuestros esposos.
Las había conocido por ser las esposas de los amigos íntimos de mi esposo. Hemos hecho una gran amistad.
—¿Me pueden decir que carajos pasa?
—¿No lo sabes? —miré a mi padre negando.
—Mataron a Orlando, y no solo a él —los oídos se me taparon. ¿Tan pronto se hizo justicia divina? — También a Braulio, Samuel y Guillermo a todos los mataron hoy y fue después de la visita conyugal.
—En la mañana es estaba vivo…
—No solo eso Salomé. Murieron durante el día, acaban de dar la noticia a las siete de la noche y por la información que tenemos nos dejaron a nosotras como sus únicas herederas.
¿Qué pretendía Orlando? «Pronto sabrás mi verdad y siempre supe quien eras» —Eso me dijo hoy luego de… En realidad, me dijo muchas cosas, pero no quería pensar en ellas.
—Hija. Debes contratar seguridad y no es un juego. Todas ustedes deben contratar guardaespaldas. Lo que deben enfrentar no será nada fácil.
—No estaré con un pegote detrás de mí, todo el tiempo. —exclamé. Sabía defenderme.
—¡Ea Ave María, pues! Siempre y cuando sea una barra de chocolate buen apetecible me sacrifico. —Amira no tenía remedio.
—Señor Francisco, ¿Cree que sea necesario? Aunque la familia de Braulio me armará la de San Quintín. Ellos jamás me aceptaron y ahora seré la heredera de todos sus negocios.
—Onely.
La miré por la cámara. No podíamos aceptar esos negocios… no todos eran lícitos. Sonó el teléfono fijo de la casa. Tabata contestó y me lo pasó.
—¿Diga?
—Señora Salomé, su esposo fue envenenado y usted fue la última persona que lo vio con vida. No salga de la ciudad, mañana debe presentarte en la fiscalía para presentar indagatoria.
—No tengo problema señor agente. Debo hacer algo más.
—Preséntese con su abogado. —dejé el teléfono a un lado.
—¿Hija?
—Sin duda soy o somos las principales asesinas de nuestros esposos.
—También me acaban de llamar. —intervino Lía Luz—. ¿Qué vamos a hacer?
—Presentarnos mañana y enfrentar lo que se nos venga.
—Deben contratar personal de seguridad. Lo haces tú o lo hago yo.
—Mañana decido papá. —Al pensar más mi situación, ahora era una mujer libre.
……***……
La sonrisa de mi hijo Matías en una videollamada.