Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Mi esposo millonario: Felices para siempre
Novia del Señor Millonario
El arrepentimiento de mi exesposo
Extraño, cásate con mi mamá
El réquiem de un corazón roto
El dulce premio del caudillo
No me dejes, mi pareja
Renacida: me casé con el enemigo de mi ex-marido
Los Mellizos del CEO

Marlene
—¡mamá estoy aquí!— voy escaleras arriba, es raro que no esté en el jardín.
Al asomarme a su habitación se escuchan gritos.
»—no puedo creer que hayas hecho semejante atrocidad Cristóbal, es nuestra hija que has apostado, nunca creí que fueras tan lejos en tus apuestas— entre lágrimas
—no sé cómo pasó Fernanda, te lo juro, tal vez el alcohol me hizo hacer una mala jugada, sabes que nunca haría algo que las ponga en peligro, siempre me he sabido controlar y ahora... No sé qué hacer, es mi tesoro como le diré esto— sé escucha algo estrellarse en el suelo«
No, no, no, lágrimas resbalan por mis mejillas
abro la puerta bruscamente
—¿porqué papá?—
—marlene, tesoro— estaba rojo con lágrimas y todo estaba revuelto en la habitación
—¿cómo pudiste hacer algo así?, ¿cómo es que termine siendo apostada por mi propio padre en un centro de mesa?—
—perdoname tesoro— cayendo de rodillas. —no sé cómo pasó tesoro, perdoname— llorando.
—y si la enviamos lejos Cristóbal, podría irse para Inglaterra con Joe— intervino Fernanda
—no podría Fer, al hacer apuestas se firma un contrato, el cual está blindado y muy bien orquestado, donde el que pierde tiene que ceder lo apostado o dar alguna remuneración que compense y en caso de incumplimiento iría a la cárcel—
—pero, ¿porqué yo papá?, tienes suficiente dinero como para gastarlo haciendo tus apuesta— hipando del llorar
—no se cómo pasó tesoro, tomé de más y no fui consciente de mis actos, intenté hablar e incluso sobornar a cambio de quedarte y todo ha resultado ser inútil,.. lo siento.