Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Novia del Señor Millonario
Mi esposo millonario: Felices para siempre
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Extraño, cásate con mi mamá
El dulce premio del caudillo
El réquiem de un corazón roto
Los Mellizos del CEO
Yo soy tuya y tú eres mío
El regreso de la esposa no deseada
Alejandra
Salí de mi finca como en un día cualquiera, tenía que ir a buscar a mi hija al colegio, ya era la hora de ir salida y no le gustaba quedarse ahí parada en la puerta del colegio por mucho tiempo, decía que se sentía muy ridícula estando ahí parada. Caminé todo el camino de cemento hasta llegar a mi camioneta y luego me subí.
—Alfredo, nos vamos a buscar a Elena al colegio y apúrense que ya vamos un poco retrasados. —Le dije una vez ya estaba adentro de la camioneta, Alfredo era mi hombre de confianza aparte de ser uno de mis guardaespaldas.
—Si señora, ya mismo nos vamos para allá. —Me respondió y se fue a llamar a los otros guardaespaldas para que manejaran las otras camionetas y luego él se subió en la que yo estaba montada y arranco.
Mi finca estaba un poco lejos de la ciudad, obviamente tenía una granja ahí, había caballos, cochinos, monos, etc. Para lo que más me servía la granja era para camuflar el laboratorio de cocaína y marihuana que tenía en el sótano. A pesar de que era una traficante, todavía no tenía la suficiente cantidad de dinero como para la meta que tenía de matar a Aurora. Muchos pensamientos pasaron por mi mente apenas salí de la finca que ni cuenta me di de que ya habíamos llegado al colegio de Elena.
—Hola mami, se tardaron un poquito en venir a recogerme ¿No? —Dijo Elena después de haberse montado en la camioneta y después de haberme saludado con un beso en la mejilla como de costumbre.
—Si, no le vayas a echar la culpa a los escoltas, fui yo la que tuvo la culpa. Estaba pensando mucho y se me fue el tiempo, pero lo más importante es que ya estás aquí y que tu mami no se olvidó por completo de ti. -Le respondí y luego le di un besito en la frente.
—¿Y en qué tanto pensabas mami? —Me respondió con el ceño fruncido y viéndome fijamente.
-Cosas del trabajo, no te preocupes mi amor. Vamos a la casa de tu bisabuela a comer, nos hizo un almuerzo bien rico. -Le respondí tratando de desviar el tema de en qué estaba pensando.
—Ah bueno mami, está bien. Pues qué bueno que ya por fin te hayas decidido a ir a la casa de mi bisabuela, ya estaba empezando a extrañar mucho su comida. -Me respondió mi hija. Era cierto que me costaba trabajo ir a su casa en la urbanización en la que crecí, siempre que iba recordaba muchísimo mi pasado.
—Pues si mi amor, tú sabes muy bien que no me gusta mucho estar en ese ambiente, estaba pensando en decirle a tu bisabuela que se viniera con nosotras a la casa, aunque sea unos días. ¿Te parece buena idea? -Le respondí.
—Si lo sé, pero todavía no me has dado una explicación de porque no te gusta ir a la urbanización en la que vive mi abuela. Con respecto a lo de mi bisabuela me parece una idea excelente mami, yo me voy a encargar de intentar que acepte irse ya definitivamente a la casa. -Me respondió Elena y después dio gritos cortos de emoción.