Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Mi esposo millonario: Felices para siempre
Novia del Señor Millonario
El arrepentimiento de mi exesposo
Extraño, cásate con mi mamá
El réquiem de un corazón roto
El dulce premio del caudillo
No me dejes, mi pareja
Los Mellizos del CEO
Renacida: me casé con el enemigo de mi ex-marido
Fue hace cinco años atrás que la vida de Amelia cambió. Había salido graduada como fisioterapeuta a sus veintidós años, y había conseguido un buen trabajo en una clínica privada que era muy conocida.
.
Pero para su desgracia. Tan pronto como comenzó a trabajar, terminó envuelta en una serie de malas experiencias que el dueño de la clínica la sometía.
.
Comenzando sus días, con una serie de miradas morbosas y comentarios sucios que la hacían sentir mucha incomodidad y molestia. Y más, cuando sus compañeros de trabajo ignoraban su situación como sino estuviera pasando a sus ojos, para no perder su trabajo nada más. Aunque los entendía.
.
Por eso intentó resolver su problema ella misma a los cuatro meses que ya había estado trabajando. Decidida a enfrentar a ese jefe por la cantidad de acoso con que la trataba durante todo ese tiempo. Pero eso solo la llevo a una situación peor.
.
El dueño de la clínica, cuando ella lo enfrentó en su oficina. Él intentó someterla con fuerza ese día para abusar de ella, por eso Amelia asustada, lo apartó y lo golpeó. Gritando que ahora si lo demandaría por todo los daños a los que fue sometida.
.
Aunque desde el principio no tuvo ninguna oportunidad de poder cobrar justicia.
.
Al dia siguiente, fue despedida por la agresión que cometió. Y a los pocos días le habían dado la noticia de que la demanda con el dueño de la clínica no procedería. Y en cambio, ella tendría que ser la que pagaría. Pagando una gran cantidad de dinero a su ex jefe por las lesiones que le hizo para no ser arrestada. Que en su momento, era una cantidad de dinero que no tenía, y que sus padres y sus hermanos tuvieron que buscar como podían.
.
Planteándose así, la primera espina en su vida, y al mismo tiempo en su vida laboral.
.
Cuando intentó conseguir trabajo en otras clínicas u hospitales. Su jefe, quien tenía muchos contactos en la industria de ese campo. Arruinó su reputación para que no consiguiera trabajo como fisioterapeuta en ningún lugar. E incluso si al final terminaba consiguiendo una oportunidad en una pequeña clínica de pueblo, en cuanto el maldito de su ex jefe se enteraba de eso. A la mañana siguiente era despedida sin una razón justificada, a pesar de que al principio había sido reconocida por los jefes del lugar.
.
Pero gracias a esa experiencia, ese fue el ciclo que tomó su vida hasta actualidad. Rechazada en todos los lugares en donde podía ejercer la profesión que amaba, y al mismo tiempo incluso entorpeciendole la dicha de crecer ella misma. Ahora cumpliendo recientemente veintisiete, y trabajando a medio tiempo en muchos trabajos para llegar a fin de mes con las cuentas.
.
Aunque sin así, Amelia no se rendía a la posibilidad de ejercer nuevamente su trabajo. Por eso se seguía esforzando cada día. A pesar de toda la dificultad que le ponían.
.
"No...¿qué demonios hicieron en esta habitación?"
.
Amelia miró con absurdo la habitación hecha un lío que estaba sucia de una manera irreal.
.
Recientemente, había conseguido trabajo nocturno como recepcionista en un motel barato, le dijeron que se encargaría de canjear el pago de los clientes que llegaban, pero desde que empezó a trabajar. La hacían limpiar habitaciones cuando no le correspondía.
.
Lidiando con cosas muy descaradas al momento de limpiar.
.
"...¿Cómo fue que este dildo lo pudieron usar?"
.
El tamaño del vibrador que recogió del suelo era descomunal. Midiendo como cuarenta centímetros aproximadamente. Que la hizo asombrarse y poner a trabajar a su imaginación de manera inconsciente, ante la idea de cómo la pareja que uso la habitación pudo usar ese vibrador tan grande en su intimidad.
.
Pero tardíamente cuando ya tenía una idea, entendió que al final no se lo debería de imaginar. Por eso empezó a limpiar la habitación con gran agilidad mientras mantenía una mueca, recogiendo del suelo condones usados, y limpiando con un trapo las paredes del baño que estaban manchadas de semen seco.
.
Siendo difícil de limpiar por un buen tiempo, pero no imposible. Terminando de limpiar la habitación luego de unos cuarenta minutos.
.
Empezando después, ha dirigirse al lugar de la recepción en donde debería de estar. Dejando caer su cabeza a un escritorio feo. Mostrando en su mirada lo cansada que estaba.
.
'Si la paga no fuera buena, ya hubiera renunciado hace mucho y hubiera mandando este motel barato al diablo...'
.
Pensaba suspirando.
.
Porque si ahora no necesitara el dinero para muchas cosas, ya hubiera renunciado y buscado otro trabajo. Pero tristemente la paga del turno nocturno de ese lugar era bastante buena. Tan buena que compensaba limpiar semen seco y recoger vibradores de tamaños locos de vez en cuando.
.
Sin embargo, cuando quiso descansar un poco cerrando los ojos. El sonido del tintineo de la puerta de la entrada la hizo despertar, apresurandose a levantar rápidamente su cabeza, para recibir a la pareja que creyó que llego. Pero en su lugar, fue un hombre de apariencia desgastada con una maleta grande con quien se encontró. Mirándola ese hombre de una manera sombría.
.
Acercándose a la cabina de recepción, mientras se limpiaba la nariz y se rascaba sus brazos de manera continua.
.
"Acabo de llegar de mi viaje. Quiero una habitación." el hombre demando de forma desagradable.
.
Por eso Amelia tardó en salir del trance que la tenía ida, ya que ese hombre no le generaba de ninguna manera buena espina.
.
"...Serian XX para que use una habitación un día."