“Yo no soy mala, solo tomé decisiones diferentes”
Camile
Soy Camile Almendares, que haya sobrevivido a aquel ataque, podrían muchos considerarlo un milagro, pero las mujeres como yo, no creemos en milagros, yo lo llamo intuición, eso fue lo que me salvo de la muerte.
Aunque nunca pensé que mi vida sería así, ni que al conocer a los gemelos Rizzo, me iba a sentir atraída por los dos. Mass es el tipo de hombre cariñoso y afectivo, inteligente y hasta ahora descubro que muy sensual. Piero, mi Piero, él es el chico popular, inteligente y muy pero muy sensual.
Yo aposté por Piero y él me atrajo a este mundo que muchos llaman de sucio e inmoral, pero qué a mí me parece divertido y excitante. Él, quedó atrás, me traicionó y hasta dejó embarazada a la mujer de su hermano. Eso es algo que debo resolver. Esos niños debieron ser míos, es lo único que tengo de él. Es lo único que me queda y voy a recuperarlos.
Pudiera quedarme aquí, en Milán y seguir reinando en el mundo del oro blanco y los diamantes azules, seguir siendo “La reina de la mafia” como me conocen mis socios y mis enemigos, mas debo regresar para vengar la muerte de Piero, se lo juré sobre su tumba cuando repatriaron su cuerpo a Venezuela. Nadie supo que estuve allí con él y que lloré su partida.
Por eso estoy dispuesta a regresar y a vengar su muerte, reconquistar a Mass y recuperar a los hijos de Piero. Así tenga que acabar con Paulina Carusso.
—¿Qué carajos hace un sacerdote aquí? —murmura Camile a su fiel guardaespaldas.
—No lo sé patrona. Usted sabe que estos italianos creen más en el Papa que en Dios mismo —responde en voz baja.
Es el funeral de Piero, muchas de las personas que asisten, están allí para confirmar que esta vez no se haya salvas de la muerte.
Camile traga en seco para no llorar, ella no es mujer de lágrimas, además está encubierta para que ninguno pueda reconocerla. La rubia de lentes oscuros, va tomada de la mano del hombre de boina gris y atuendo europeo, se aproximan al ataúd que pronto será enterrado, ella lanza una rosa roja y se retira.
Mientras se aleja, Massimo siente curiosidad de saber quien es aquella dama. Paulina que aún está impactada con aquella loca historia, se aferra a él.
—No puedo creer que esté muerto —llora desconsoladamente Úrsula, quien a pesar de saber que Piero no soportaba a su hija Fiorella, siempre lo quiso.
—Ya mi amor. Piero fue mi hijo favorito y no quiero hablar de su muerte, para mí seguirá estando vivo. —extiende su brazo por detrás de su espalda.
En el rostro de Fiorella se deslizan lágrimas que ella misma no entiende. Pero le duele ver que su hermano está allí y no volverá nunca a su lado.
Comienzan a retirarse poco a poco, las personas del cementerio, Camile continúa dentro del auto, siguiendo cada movimiento de Paulina y Massimo. Apreta con fuerza sus puños hasta sentir que sus uñas le cortan la piel.
—Nunca podré entender que le vio Mass a esa maldita mujer.
—No se afanes con eso. El CEO nunca supo lo que deseaba, esto debe ser más de lo mismo. Es tan diferente al Jefe.
Camile cavila en las palabras de su acompañante. Nadie más que ella sabe lo diferente que pudieron ser Mass y Piero, en todos los sentidos, incluso en lo sexual.
Flash back***
Mientras la hamaca se mece, sus cuerpos desnudos disfrutan de uma experiencia maravillosa. Camile jamás pensó que Massimo pudiese lograr estremecerla tanto. Estaba tan acostumbrada al sexo apasionado y salvaje de Piero, que ahora que siente la ternura de aquellos besos, y la conexión entre sus sexos. , duda de haber amado a Piero por un momento.
Se levanta, camina pensativa hacia la mesa. Toma un vaso con agua, sedienta del placer que acaba de propinaron su cuñado, amante y ahora ¿verdadero amor?
¿Cómo podía haber sabido eso a sus quince años? En ese momento, ella era apenas una chica con problemas que se dejó arrastrar por la lujuria y la pasión. Massimo al contrario de Piero, era sumiso, callado y sobre todo tímido. ¿Qué podría brindarle? ¿Paz? Ella no necesitaba eso, quería comerse el mundo, demostrarle a su padre, que nadie lograría controlarla, excepto... Piero Rizzo.
Massimo se levanta detrás de ella, se aproxima, la toma por detrás, ella siente su cuerpo ardiendo y sudoroso. Él apenas roza sus nalgas siente una erección inmediata. Astuta e insaciable como suele serlo en el sexo, comienza a moverse provocando mayor fricción entre su cuerpo y su falo erguido.
Se voltea de frente a él, lo mira con pasión y ternura.
—Mass, no puedo creer que esto me esté pasando.
—¿Qué mi amor? —responde él con su habitual dulzura cuando se trata de su amor adolescente.
—Esto... sentir que eres el hombre con el que debí estar siempre —se aproxima a su boca, él la apreta contra su cuerpo y sus labios abrazan los suyos hambrientos de su sabor y su suavidad.
Camile necesita retomar el poder sobre sus emociones, no puede permitirse dudas, ni que la pasión que ahora siente por Mass, la aparten de su objetivo inicial, vengarse de la traición de Piero. Ella acaricia sus glúteos, abandona sus labios y desciende por su cuello. Massimo disfruta del placer de sus caricias.
El repertorio de Camile es muy sustancioso, entre besos, lametones y mordiscos suaves, toma entre sus labios las tetilla de su amante. Él deja escapar un jadeo, mientras la observa. Ella continúa descendiendo por su abdomen hasta su pelvis, desde allí lo mira fijamente, abre su boca y saborea su sexo. Aunque Massimo se siente en la gloria, el amor que lo une a Camile trasciende más allá del placer, la toma de los brazos para levantaría, pero ella como niña malcriada, se niega a dejar a medias su trabajo.
Aquello se trata de control, de ser ella quien domine la situación, de devolverse a sí misma el poder. Pronto escucha la voz de Acacia llamándola desde afuera.
—¿Patrona, está lista? —pregunta como presumiendo lo que puede estar pasando dentro.
—Dame un minuto. —responde, mientras se saborea con la lengua y Massimo camina hasta el baño.
Ella toma su vestido de algodón, se lo coloca y sale al encuentro de su empleada.
—¿Qué ocurre? —pregunta con cierta hostilidad.
—Mi abuela quiere verla.
Massimo entre tanto, deja que el agua de la regadera caiga sobre su cuerpo para calmar sus espasmos sexuales.
***
—Regresemos al aeropuerto, debemos regresar a Milán. Es hora de tomar el control de los negocios. El imperio que cree con Piero no puede ser derribado. No mientras yo esté viva. —esgrime en aquellas palabras su decisión de convertirse en la Reina de la Mafia.
—Sí patrona. —responde como siempre su fiel guardián.
Siempre han dicho que detrás de cada hombre una gran mujer, esa frase no va con ella, incluso cuando vivía con Piero, ella siempre supo manejar los negocios con astucia y precaución.