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Hoy es uno de esos días donde el cielo está nublado, la gente usa impermeables, paraguas, ropa caliente y huye de cualquier gota que cae del cielo.
Yo también hago lo mismo, solo porque no quiero enfermarme, pero de verdad amo la lluvia.
Son las 6:00 pm, aun no se hace de noche, cerca de mi casa hay una tienda de postres y botanas de todo tipo, tanto dulces como saladas.
Es una de esas tiendas en las que todo niño es muy felíz, y yo también lo soy. Con 20 años, nadie me ve como una niña, pero yo me divierto como una cada que entro a esta fabulosa tienda.
Aviso a mi mamá que iré a comprar mis provisiones de botanas a “Dulceros de corazón”. A ella no le parece una buena idea ya que sabe cuanto me tardo cada vez que voy, pero es que es imposible no querer llevarte todo lo que hay en ese lugar, y muy difícil decidir que botana es la indicada.
Le prometí que regresaría en 30 minutos y sólo así aceptó, aunque la condición fue que activara mi ubicación en tiempo real, pues el día estaba muy feo y quizás me toque estar dentro de la tienda cuando la lluvia sea más fuerte.
Hago lo posible por cumplir con lo acordado pero como siempre estoy indecisa y trato de apresurarme a elegir mis botanas preferidas.
Al salir de la tienda, ya son las 6:45 pm y estaba lloviendo un poco más que cuando entré, solo traje mi paraguas pero con una lluvia así de fuerte, solo logré cubrir mi cabeza y el pecho por pocos minutos.
Como la lluvia venía acompañada de aire, mi paraguas no resistió así que tuve que regresar a casa mojada.
Mi mamá por supuesto me regañó, me dijo el típico “te lo dije” y pues sí, si me había dicho pero ni modo de regresar el tiempo.
Estaba mojada y regañada, pero felíz porque ya tenía lo que quería. Me mandó a bañar para que no me afectara el agua de lluvia y me dio un medicamento.
Salgo del baño y me pongo mi pijama, ya no faltaba mucho para anochecer, así que quería evitarme un paso.
Tomé un libro y me recosté en la cama, después de un tiempo, me aburrí de leer y me levanté a dejar el libro en su lugar.
Sabía que con esta lluvia no iba a pasar mucho tiempo antes de que cortaran la luz, así que busqué algo que hacer, recordé que tenía un rompecabezas y lo coloque en el piso para armarlo.
No duré mucho antes de que eso también me aburriera, lo dejé a la mitad y me levanté del piso.
Me acerco a la ventana, estoy recargada en ella, ya es de noche y está lloviendo un poco más fuerte. A lo lejos se escucha la televisión, mi papá está viendo las noticias y la más alertante para nosotros es que se acerca un huracán a nuestra ciudad.