Novia del Señor Millonario
Cariño, déjalo y ven conmigo
El regreso de la esposa no deseada
Yo soy tuya y tú eres mío
Tesoro de CEO
Mimada por el despiadado jefe clandestino
La segunda oportunidad en el amor
La venganza de la heredera genio oculta bajo la máscara
Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada
Mi encuentro con un misterioso magnate
¡Ring!
De pronto, el sonido del aparato rompió el silencio de la habitación. Patricia Sampson giró la cabeza y contempló su celular con una expresión confusa, entonces vio el nombre en la pantalla y respondió de inmediato, pues no quería que la llamada se cortara. "H- hola...", ella no pudo evitar tartamudear al hablar, sintiéndose nerviosa.
Siempre que recibía una llamada de ese número se inquietaba. y aunque la otra persona no podía verla, ella alisó su suave cabellera con las manos.
"Hoy vuelvo a casa", respondió un hombre del otro lado de la línea.
El corazón de Patricia dio un vuelco y pasaron unos segundos antes de que pudiera volver a la realidad: "¿Necesitas que haga algo? ¿Se te antoja algo en especial de comer? ¿Debo preparar algo más para...?".
"No". El hombre pronunció esto con tanto desinterés que cualquiera pensaría que estaba hablando con un extraño y no con su esposa.
Aunque estaban casados, él siempre la había tratado así, por lo que Patricia estaba acostumbrada a su desdén.
"Oye... necesito hablar contigo", mientras tocaba su vientre, ella se mordió el labio inferior y decidió contarle la noticia, "Yo... podría ser que yo...".
"Tengo que dejarte".
Luego de esto, el hombre terminó la llamada abruptamente.
Con el celular en la mano, Patricia sonrió amargamente y murmuró para sí misma: "Podría estar embarazada".
Patricia y Zac Reynolds llevaban tres años de casados, sin embargo, ella vivía con su familia mientras que él vivía solo en la villa Oakleaf. Durante todo ese tiempo, la única vez que habían dormido juntos fue hace aproximadamente un mes, cuando Zac estaba demasiado borracho y regresó a la casa de la familia Reynolds, no obstante, Patricia sabía que probablemente lo había olvidado debido al exceso de alcohol en su sangre.
Justo cuando comenzaba a sentirse cada vez más inútil en esa familia, ella se enteró de que estaba embarazada.
Estaba dudosa por la reacción que tendría su marido al saberlo.
Después de un par de minutos, Patricia sacudió la cabeza y decidió dejar de pensar en eso, al final de cuentas, su sueño siempre había sido casarse con Zac y eso era todo lo que importaba.
Ella suspiró y se levantó de la cama para ir a preparar el desayuno, pues no quería que el hombre llegara y la tomara por sorpresa.
A pesar de que la joven estuvo cocinando por más de dos horas y se encontró a cada uno de los miembros de la familia Reynolds, su esposo jamás llegó.
Ella decidió mantenerse ocupada durante el resto del día y se quedó limpiando el comedor mientras le echaba un vistazo a la puerta de vez en cuando.
"Pareces ansiosa, ¿acaso Zac volverá a casa?", Tina Ridge, quien estaba sentada en la sala de estar viendo la televisión, preguntó con curiosidad.
"Sí", Patricia pronunció casualmente.
Tina frunció el ceño y exclamó: "¡Qué grosera eres! ¿No sabes cómo dirigirte a mí? Sé que no soy la madre biológica de Zac pero, ¿no crees que deberías hablarme con respeto?".
Para evitar una discusión, la joven simplemente bajó la cabeza y continuó limpiando la mesa del comedor, ya que Tina había sido la persona más difícil de tratar durante todo el tiempo que llevaba casada con un miembro de la familia Reynolds. Con el fin de prevenir una guerra interminable, ella había aprendido a ignorar las constantes provocaciones de la mujer.
"Estoy hablando contigo. ¿Estás sorda o qué?". La otra comenzó a enfurecerse y levantó la voz.
"Tú y tu marido llevan tres años de matrimonio. Él casi no viene a esta casa, ¿no has pensado que quizás hay algo malo en ti?". Tina se acercó a Patricia y la miró de la cabeza a los pies, "¡Eres una buena para nada! ¿De verdad crees que Zac se hubiera casado contigo si tu familia no fuera poderosa?".
Aunque su sangre hervía de coraje, la chica apretó los puños y continuó limpiando en silencio.
Los sirvientes la miraron y sintieron pena por ella, pero por desgracia no había nada que pudieran hacer.