Berina limpiaba su rostro, aun podía escuchar los aplausos en el salón donde terminaba de hacer su presentación, el cumpleaños de Moira De Santis, una acaudala mujer de negocios, quien había llegado a la ciudad para festejar su cumpleaños con sus amistades.
Era italiana, ese acento aun lo portaba con orgullo, aunque hablaba un español a la perfección, como también su impecable inglés. Su hijo era el acaudalado Carlo De Santis, tenían múltiples propiedades en varios lugares, y en gran escala eran conocidos en el mundo financiero.
Aunque la señora Moira se deleitó con sus canciones, todas pedidas por su hijo, se notó en un instante su rostro de considerarla una voz magnifica, pero nada más.
Había alabado su buen gusto por la alta costura, su tenue maquillaje, ojos preciosos, modales perfectos. Boca encantadora, una gracia que poco se puede apreciar, labios divinos y perfectos le había dicho luego de su presentación.
Era muy extraña Moira, bastante extraña.
En el momento se había despojado su vestido, colocándose el jean, con su suéter y sombrerito de tela, tomaba el bolso mientras revolvía para encontrar las llaves de su pequeño coche.
-Quería darte las gracias por tu excelente presentación, cantas hermoso, no puedo negar que es una voz única, bien aquí están tus honorarios, en tres días tendré un coctel, me encantaría que fueras, esta es la dirección, será unas tres horas, si en caso que no puedas presentarte por favor llama a mi asistente-.
Moira caminaba en la habitación mirando atentamente por las ventanas.
-Bien, tengo disponibilidad así que estaré en su reunión-.
-Déjame observar algunas cosas, cabello totalmente recogido, labios rojos, de negro o rojo te verías muy elegante, un rojo no escandaloso, un rojo elegante, sobrio, zapatos de tacón si no te molesta, te colocaremos un escenario con comodidad, estarán varios amigos, familiares, ya sabes personalidades importantes-.
Moira iba haciendo giros en torno a ella, deteniéndose a verle por instantes, y seguir con sus instrucciones, era una reunión muy elegante.
-Bien linda, entonces nos vemos en tres días, puntualidad, odio las llegadas tarde, así sea solo un minuto-.
Berina le miraba fijamente, era una hermosa mujer, se podía decir que rondaba los cuarenta y cinco años según había escuchado de Ángelo. Había contraído matrimonio con tan solo diecisiete años, sus padres no colocaron objeción, entonces seria por eso que era una mujer tan joven.
Y sí que era hermosa, ojos verdes profundos, alta, con un cuerpo bien torneado, enfundada en un Chanel color azul ámbar, le resaltaba su belleza, cabello negro como la noche, Moira se acercaba a su rostro.
-Maquíllate esa noche, pero sin esos excesos, que no tienes necesidad, tu rostro es hermoso, tus manos muy delicadas, siempre me fijo en todo-.
-Lo tendré en cuenta señora Moira-.
-Bien eso es todo-. Le miraba una vez más, como si estuviera recordando algo.
-No te preocupes por el transporte, mi conductor te acercará a tu casa-.
-Buenas noches, y muchas gracias-.
Betina tenía unos profundos ojos grises oscuros, cabello negro liso largo, era de un hermoso brillo, manos cuidadas, tez trigueña, aunque se podía decir que gustaba de broncearse, logrando una tonalidad perfecta.
Berina era audaz, ágil, inteligente, sabía que decir, o cuando mejor callar, por lo menos la exigente Moira había pagado muy bien su presentación, ante lo cual era buena señal.
Sentía que le miraba con curiosidad, casi podía decir que Moira iba hacer preguntas, quizá, si era casada, tenía hijos, si vivía sola, donde trabajaba, si frecuentaba algunos bares, padres, en fin, pero no le había dado mucho espacio a que lo hiciera.
La belleza de Moira era como algo atrayente, esa noche su vestido se tornó el centro de atención, era una mujer muy bella, sofisticada, hermosa, inteligente, ojos inquietos, era rica, podía darse muchos lujos, sabia por algunas reseñas que su esposo había fallecido unos tres años atrás, no estaba comprometida como tal, las revistas solo especulaban posibles candidatos, era muy reservada, difícil de fotografiar pues esquivaba con suma facilidad la atención, en ocasiones cambiaba de look, pero manteniendo su impecable melena negra a los hombros, un cabello que brillaba, una piel tersa, eso era algo muy a la vista, una mujer bastante inquietante.
-Moira De Santis, vaya que sorpresa, nada menos y nada más, es para no creer-. Abriendo el sobre extrajo el dinero, le había pagado un 10 por ciento más del precio que habían acordado. Bueno era grato saberlo tendría un largo viaje a casa, casi dos horas.