Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Mi esposo millonario: Felices para siempre
El arrepentimiento de mi exesposo
Novia del Señor Millonario
Extraño, cásate con mi mamá
No me dejes, mi pareja
El réquiem de un corazón roto
El dulce premio del caudillo
Renacida: me casé con el enemigo de mi ex-marido
Diamante disfrazado: Ahora mírame brillar
Una bala de plata golpea el hombro de Katrina con mucha fuerza. Ella es lanzada hacia atrás unos metros debido al impacto que la toma por sorpresa.
Su cabeza da vueltas mientras trata de tomarse de alguna de las ramas. Su única preocupación ahora es su cachorro en su vientre y lo que pueda ocurrirle en caso de caer al acantilado desde esta altura. Nunca le gustó andar por estos bosques y justo ahora se arrepiente enormemente de no haberlos explorado anteriormente y así tener una opción de escape.
—¡Eres una asquerosa, maldita! —La voz de su media hermana, Lizzie, retumba en su cabeza. Todo el arrepentimiento que ella le había dicho sentir, es totalmente falso, y ahora se da cuenta de ello—. ¿Acaso pensaste que te iba a dejar el camino libre? Te casaste con Jarl adrede, porque sabes que él a quien ama es a mí. Lo hiciste para herirme y apartarme de su lado, pero no te funcionará, Katrina. Jarl y yo nos casaremos, quieras aceptarlo o no. Yo seré la luna de la manada Alba Noctis cuando él se convierta en alfa, tendremos muchos hijos y seremos muy felices.
Katrina no es capaz aún de asimilar lo dicho por su media hermana cuando ve a su esposo saliendo de entre los arbustos y dirigirse hasta el sitio donde ellas se encuentran. Ni siquiera se dio cuenta de que él estaba en la mansión cuando salieron a cazar esta tarde, ahora se encuentra llena de miedo por lo que ellos sean capaces de hacer en su contra y en un lugar tan lejos de la casa.
Jarl vuelve a cargar la escopeta con otra bala que saca de su bolsillo y camina con ella en sus manos, mirando de manera amenazante a Katrina.
—¿Creíste que te íbamos a permitir quedarte con toda la fortuna Grimlore? —pregunta Jarl con una sonrisa macabra extendiéndose por su rostro, sus ojos brillan amenazantes mientras habla—. No eres tan importante, Katrina. No eres más que una inútil al igual que tu madre y mereces una muerte despiadada igual que ella.
—Ya sabemos lo que has intentado hacer y no vamos a permitir que sigas con eso —agrega su hermana a lo dicho por Jarl.
—No he hecho nada malo. ¡Lo juro! —La voz de Katrina tiembla. Las lágrimas fluyen por sus mejillas pálidas como si tuvieran vida propia, su vista se nubla y sus oídos aún zumban debido a la bala que está alojada en su hombro y que la va debilitando rápidamente. Ella no puede creer que haya sido tan tonta para caer en el juego de estos dos. Siempre fue muy ingenua e inocente, pero jamás se le hubiera pasado por la cabeza el plan macabro que tenían en su contra esta tarde.
—Ya no serás un estorbo en mi vida, Katrina, ni en la de Lizzie. Será un placer enviarte al infierno junto con tu madre.
El corazón de Katrina se hace añicos en el momento. Siempre creyó que la muerte de su madre fue muy extraña. Ahora no cabe la menor duda de que Jarl tuvo algo que ver, ya que era el único que estaba con ella esa noche.
La sonrisa maligna de su esposo es lo último que consigue ver la joven loba antes de que otro disparo sordo se escuche por todo el bosque y la bala atraviese con fuerza su pecho.
Hace apenas un día, su padre la había convencido de darle otra oportunidad a su hermana. Era el momento de limar viejas asperezas con ella y darle paz al corazón de su padre, pero nada podía estar más desacertado.
Un líquido rojo y viscoso empieza a cubrir su hermoso vestido blanco. Levanta la vista para ver los rostros de estas personas que tanto la odian.