Gabrielle
La música suena a todo volumen, el club está abarrotado de gente que se mueve de un lado a otro, apretadas unas con otras de tantos que hay. Hoy el club está bastante más lleno que de costumbre pero aún así eso no me afecta en lo absoluto.
Yo observo todo eso desde el segundo piso, apoyado en el pequeño balcón, con un baso de whisky en mi mano.
- Gab ya ven para acá.- me volteo para observar a mi hermano Danielle, quien me llama desde la mesa donde están jugando.
Tras soltar un suspiro me acerco a la mesa, dónde también están mi otro hermano y mi primo, quienes apuestan con más hombres aqui en la zona vip, algo que es costumbre por estos lugares, sobre todo en personas como nosotros.
- ¿Apuestas Gab?- pregunta mi primo Fabrizio.
- claro que sí.- asiento con una sonrisa.
Me siento en la mesa y le hago una señal a uno de mis hombres que está parado en una esquina, pero que apenas nota la orden se acerca. Sabe perfectamente para que lo llamo, así que enseguida saca un fajo de billetes y me lo entrega, yo lo coloco sobre la mesa junto con las demás apuestas.
- uf, te viniste fuerte.- mi hermano menor sonríe.
- yo no apuesto esas porquerías como ustedes, si vamos a apostar apostemos en grande.- tras decir eso soy otro sorbo al whisky.
Jugamos durante un largo rato, durante el cual el dinero va y viene de uno a otro, pero efectivamente, como lo esperaba, soy yo quien termina ganando esa partida. Con una sonrisa de victoria le ordeno a mis hombres que recojan el dinero y se lo lleven.
- es una mierda jugar contra ti Gab, tienes un culo enorme, siempre terminas ganando de una forma u otra.- como de costumbre mi hermano se queja por perder dinero.
- ya deja de llorar Dani, sabías que ibas a perder.- se burla Farnccesco, mi otro hermano.
Tanto el como mi primo y yo reímos, sin embargo puedo darme cuenta de que los hombres a los que les acabamos de ganar, no se ven tan contentos, pues claro, a nadie le gusta perder dinero.
- ¿Sucede algo?- inquiero sin molestarme en ocultar el desafío en mi voz.
El tipo canoso, de unos cincuenta años, vestido de un traje tan elegante como el mío, coloca sus brazos sobre el respaldo de la silla y niega con la cabeza con una pequeña sonrisa mientras se encoge de hombros.
- no la verdad es que no.- se encoge de hombros.- es solo que esto de apostar dinero ya me aburre, deberíamos apostar cosas más grandes.
Enarco las cejas y me muestro interesado.
- ¿Cosas más grandes, como que por ejemplo?
- bueno, no lo sé, lo que cada uno pueda y quiera ofrecer. Yo podría darte por ejemplo... Una de mis putas.
Señala hacia el primer piso, dónde se encuentra todo el show de prostitutas, las cuales bailan en el pequeño escenario sobre un tubo y se muestran a los hombres de poca clase de allá abajo, quienes están pegados al escenario, observandolas como lobos hambrientos y esperando que termine para llevarlas a la cama.
- bueno eso podría... Ser interesante.- le cedo.- claro dependiendo de que esté dispuesto a ofrecer cada uno.
El asiente pero antes de que podamos seguir hablando, alguien se acerca a mi, es otro de mis hombres, el cual es agacha para hablarme al oído.
- señor tenemos la información que nos pidió sobre Cameron.
Al escuchar lo que me dice asiento, el se aparta y yo vuelvo a mirar al tipo.
- tendremos que dejarlo para otra ocasión.- finjo decepción.- me acaba de llegar una noticia importante.
Y sin decir más me paro de la mesa y me marcho del lugar. No necesitó voltearme para saber que mi primo y mi hermano vienen detrás de mi.
- ¿Que sucede?- pregunta Fabrizio mientras me alcanza.
- están listos los resultados de los números que mandé a analizar de nuestra última carga y al parecer no son buenos...
- ¿Eso quiere decir que...?
- ya lo averiguaremos.
Me subo en la parte trasera del coche negro que me espera, apenas estoy dentro el chófer se pone en marcha.