+ANNI+
¡No puede ser! ¡Me han encontrado!
Mi cuerpo reacciona y mi cerebro manda la orden a mis pies que escapen. Estoy corriendo. Los latidos de mi corazón están rugiendo en mis oídos, mis pulmones bombean como si fuese la última vez. El ardor en mis piernas me recuerdan a continuar y no rendirme, que no es tiempo de descansar.
¡No puede ser de él!
No entiendo cómo me encontraron, mi cuñada me juró que no diría nada, que distraería a mi hermano y a sus hombres.
Estoy a pocas horas de subirme al bus e irme a casa de su amigo, ese que necesita de una niñera… ¡Na-ah! No hice muchas preguntas, solo sé que él busca a una mujer con desespero y yo dónde esconderme.
Por encima de mi hombro, veo a tres hombres a cuadra y media de mí, corriendo detrás de mí.
Mis pulmones ya están pidiendo aire a gritos, mis piernas amenazan con ceder, pero acelero desesperadamente y me desvió mi camino, lanzándome a un gancho camino de un callejón.
¡Esta es mi oportunidad!
Por cosa del destino o de suerte me voy a la izquierda, ese mismo me llevará a la parada de buses, tengo que subirme en él. El bus me llevará a las afuera de la ciudad de Toronto.
«No te detengas… No te detengas… No te detengas, continua, no te rindas, tú puedes.»
Conozco estas calles por mi padre, todos los fines de semana hasta su muerte, él me llevaba a recorrer esta y varias zonas de Toronto en bicicleta. Me decía que la forma correcta de conocer a la perfección una ciudad es ir a sus rincones más oscuros.
—¡Espere…! ¡Esperen! —grito lo más que puedo, no permito limite a mis cuerdas vocales.
El bus está alejándose, no he llegado a la parada. Lo intento, pero cada vez siento que voy retrocediendo en vez de avanzar. Siento un nudo en mi garganta, quiero llorar, a pesar de que soy consciente que no consigo nada con ello.
Si dejara caer mi mochila, podría correr un poco más.
No, no puedo dejar mi mochila, ahí llevo mis documentos, poco de ropa y dinero.
¡Tengo que seguir corriendo!
—¡Oye, chica! ¿Quieres un aventón? Al parecer el bus no te ha escuchado —me alarmo al escuchar ese grito, volteo a ver a mi lado y me tranquilizo al ver a ese par de chicas, una de ella maneja el Lamborghini—, no tengo problema en llevarte al destino que desees, ¿qué dices?
—Sí —asiento, bajo el ritmo de mis pasos y espero que el auto se detenga—, muchas gracias—dije en un hilo de voz.
¿Quiénes son esas chicas? ¡No lo sé! Lo que importa ahora era escapar de aquellos hombres.
[Flashback]
—Tienes que irte con él, por favor, hermana, no me hagas esto —ruega al mismo tiempo, cae de rodillas—, ellos me matarán, les debo mucho dinero y no tengo cómo pagarlo.
—¡Me estás vendiendo! ¡Soy tu hermana Fernando! —mis lágrimas no tardan en salir, de solo escuchar la propuesta de mi hermano, mi corazón se parte en dos—, nuestros padres murieron por ese maldito negocio, ellos…—mi voz se quiebra—, no están con nosotros, ¿por qué? No es justo Fernando, no quiero irme con nadie.
—¡Tienes que hacerlo! —vociferó con ímpetu, se levantó del suelo abruptamente—, me debes mucho, querida hermana, desde que nuestros padres murieron, yo me he encargado de ti y es tiempo de que pagues lo que me ha costado.
—¿Costado? —parpadeo varias veces, intentado que todo esto sea una pesadilla.
No, mi hermano tiene que estar jugando conmigo; no puede comportarse así, no puede sacarme en cara todo lo que me ha dado, ¡es mi sangre!
¿Por qué?
Yo no tengo la culpa de todas las estupideces que ha cometido, ¿por qué tengo que ser yo la que pague?
Hace un momento estaba hablando con mi cuñada del bebé que viene en camino, pero luego la entrada abrupta de mi hermano nos hizo cambiar de tema, todo sin esperar que lo que diría es… ¡Te tienes que ir con el ruso!
—Sí, ¿crees que nuestros padres nos dejaron dinero? ¡No…! —sus palabras son fría como el hielo—, tú sabes perfectamente por qué murieron y qué es lo que hicieron para merecerlo, sin embargo, todo el dinero que debo es porque me has costado, ¡tú debes ese dinero!
Nooooo…
Nuestros padres murieron por estar dentro de la mafia, pero…
—¡Eres mi sangre! No puedes hacerme esto, no puedes sacarme en cara todo lo que me has dado, ¿por qué? Por favor, no quiero estar con un viejo al que no le debo nada.
—Anni, soy tu hermano y es injusto que me maten por el dinero que he prestado para mantenerte, madura un poco.
—No, me reúso aceptar que todo el dinero que debes sea por mí, lo siento cuñada, pero no estoy de acuerdo con todo lo que mi hermano dice, se supone que ambos somos sangre y la sangre no se traiciona.
Si mi padre estuviese vivo, no permitiría esto. Mi hermano se está dejando guiar por los malditos delincuentes que lo rodean.
—Me vale una tonelada de estiércol —hecha furia, me alza la voz, su rostro se torna de color rojo y las fricciones de su rostro se endurece—. Deja de ser malagradecida, he dado todo y ahora que necesito de ti, ¡me bateas!
He quedado en shock, mi hermano no es la persona que conocía, ¡está dispuesto a entregarme aquel desconocido!
—Amor, debes de dejar que tu hermana piense las cosas, esto no es fácil para ella —mi cuñada interviene, posándose en medio de los dos.
—¡Es que no tengo nada que pensar!
—Cállate, Anni, no objetes y vete a tu habitación, espérame por favor, ¡por favor! —lo último lo dijo en voz baja.