Yo era Sofía, la prometida de Ricardo Valente, el rey del tequila, el sol de Jalisco.
Nuestro amor era de cuento de hadas, de esos que salen en las revistas.
Hasta el día de nuestra boda.
Frente a doscientas personas, frente a su familia, frente a Dios, le dije que no.
Y no solo eso: un video mío con su mayor rival, Diego de la Vega, apareció en las pantallas gigantes.
Mientras el caos estallaba, mis cómplices transfirieron cada centavo de su fortuna a un paraíso fiscal.
Le entregué a Diego los secretos de su nueva fórmula de tequila.
Lo dejé en la ruina, emocional y financieramente.
Vi la incredulidad en su rostro convertirse en un dolor que me heló la sangre.